:: En el parque de Tehuacán, Pue. ::

En la madrugada de hoy regresé de otro viaje a Tuxtla. Fui para recibir mi orden de comisión, es un hecho, mañana empieza el esfuerzo de levantarme muy temprano para iniciar mis labores administrativas en una escuela secundaria localizada a 40 minutos de Tapachula. Les comento esto porque, acostumbrado a disfrutar de las salidas, hice nuevamente unos viajes a ciertos puntos interesantes en esa zona. Sé que les van a fascinar estos lugares, pero antes de ir a ellos, permítanme seguir con las crónicas de mi viaje a Santiago Chazumba…

El 24 de diciembre fuimos a Tehuacán, Puebla. El propósito del viaje era hacer las fabulosas compras navideñas de última hora. ¿Saben?… No es muy buena idea conducir a un lugar del que desconoces algunos puntos viales y menos si son temporadas en donde el tráfico, los transeúntes, comercios y transporte están a todo lo que dan.



El estrés se pronunciaba a medida que pasábamos las calles, al llegar tuvimos la osadía de internarnos en el corazón de Tehuacán para encontrar un estacionamiento y seguir el recorrido a pie, actitud que me encanta porque te permite disfrutar más de la estancia en un lugar.



Avanzamos entonces a pie la parte central de la ciudad durante algunas horas, hasta que nos detuvimos en el parque; no íbamos precisamente a “turistear”, si no a comprar; por lo que no pude disponer de conocer tanto como hubiera querido. Lo que pude apreciar en este punto de la ciudad fue realmente de toque arquitectónico y muy artístico-natural.



El parque consta de un toque propio y colorido, característico de algunas ciudades relativas a la época colonial; me recordó al parque de Oaxaca porque se rodea de construcciones muy imponentes, tales como ese edificio que bajo de sí presenta corredores con comercios en donde puedes disfrutar un cafecito o un desayuno típico (o si lo prefieres, un delicioso raspado que bien puedes encontrar en la parte exterior de dicho edificio); o esa iglesia que bien podríamos concluir como dueña de gran historia y que se asoma por unas de las esquinas que miran al parque.





A parte de estos dos grandes símbolos, la zona restaurantera -en uno de los costados del parque- deja escucharse a través de los sonidos de la marimba que entona piezas alusivas a la navidad y al año nuevo; y la gente, ya sea local o turista; se deja ver caminando por toda el área central disfrutando de los sabores Poblanos de este parque.

El detalle que robó mi atención en esa tarde fue ver las esculturas realizadas sobre dos de los árboles del parque. Resulta que ambos árboles sufrieron las consecuencias de alguna plaga y ésta los dejó completamente secos, poco a poco se fue observando el deceso de esos dos ejemplares mediante la caída de sus hojas y llegó lo inevitable: ambos estaban ya muertos después de algunos meses. Sin embargo, en honor a la presencia de estos dos árboles, se inmortalizan el parque dos esculturas que nacen de sus respectivos troncos; me parece una gran obra el que no se deseche lo restante de un árbol y se de paso a la mano del hombre para crear detalles artísticos.





Tuve la fortuna de ver en acción al artista, pero por razones laborales (de él) ya no supe ni su nombre y ni parte de su trabajo. He aquí un modesto reconocimiento a tan admirable artista que ha hecho de la muerte un motivo para hacer renacer en la naturaleza, la belleza representativa de nuestra cultura…



¿Qué opinas de esta acción, no es acaso un toque proverbial de arte?

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