:: En el Templo de San Juan de Dios ::

Iniciemos con los percances: La salida era el 23 en la madrugada para llegar el mismo día pero en la noche. Fallas automotrices hicieron que esto no fuera posible, así que nos regresamos casi todos, excepto el “Patas de hule” que se quedó en Arriaga. Tuvimos que salir en autobús al siguiente día en la noche (Oh sí! Pasar navidad en el autobús y dar el abrazo en un restaurante de Tonalá fue lo que aconteció) para llegar el 25 en la mañana a Oaxaca (de ahí faltaba aún más tramo para llegar al pueblo).



Pero tomemos lo bueno. Encontramos boletos y eso fue lo importante. Al llegar a Oaxaca mi hermana se comunicó con El Ingeniero y momentos después de andar caminando un poco nos encontró y nos otorgó un paseo por lugares estratégicos. Tales lugares iré mostrando post por post para no atiborrar en uno solo todo lo que vi en esa mañana por allá. Iniciemos con lo cotidiano de la llegada…



Al divisar por la ventanilla el aspecto geológico de Oaxaca, mi alma se tranquilizó: Dentro de lo que puede calificarse (siendo un poco egoísta) como malo, había quedado atrás todo y venía la alternativa positiva del viaje. A callar, que de aquí en adelante es ganancia. Salimos de la Terminal y fuimos a dejar encargado el equipaje a la estación de Suburbans donde horas más tarde abordaríamos uno para proseguir el viaje al pueblo. Salimos a pie y nos dirigimos a unas cuadras cerca, allá en donde se alza la Catedral, en el zócalo.







Pero, no era ello el punto de arribo, más bien lo era el Mercado 20 de Noviembre, que es en donde siempre desayunamos porque es una delicia hacerlo ahí, pese a la gran actividad de personas yendo y viniendo que uno suele encontrar la mayoría de las veces, sobre todo a la hora de la comida.









Yo sólo me tomé un chocolatito con pan, por decirlo de una forma. Y disfruté de reconocer el lugar una vez más; era igual que veces anteriores, y de la misma forma se respiraba algo nuevo en el aire. Puede que el cambio sea dentro de uno, ahora yo más viejo que las veces anteriores.





Y ya después de desayunar salimos por una de las tantas salidas del mercado, y mientras esperábamos la llegada del Ingeniero, rápidamente entré a la Parroquia de San Juan de Dios que se ubica en la misma cuadra del mercado. Su proximidad es oportuna, sales y la encuentras de repente; y eso es una gran ventaja para iniciar la aventura de conocer esos lugares que anteriormente no captaban tanto la atención de tus ojos.





"Este establecimiento católico tuvo su origen con la llegada de los conquistadores españoles a Oaxaca, en 1521. La primera construcción se atribuye a Juan Díaz y Fray Bartolomé de Olmedo, clérigos que venían con las fuerzas de Hernán Cortés. En un principio se trató de una capilla de adobe y techo de paja, dedicada a Santa Catalina. Cuando la Villa de Antequera fue declarada sede diocesana, la capilla fue reconstruida con ladrillo y teja para cumplir con esta nueva función, en tanto se construía un nuevo edificio. Por tal motivo, se ha considerado a este templo como la primera catedral de Oaxaca, cuyo primer obispo fue Juan López de Zárate que llegó a Oaxaca en 1535. Al concluirse la obra de la nueva catedral formal, poco a poco, la capilla quedó abandonada y finalmente fue destruida por el temblor de 1662. La nueva construcción se hizo en 1699, a la llegada de los monjes Juaninos. Posteriormente, erigieron el convento y hospital que, al concluirse en 1703, empezaron a llamar de San Juan de Dios. Con el tiempo, los terrenos que estos edificios ocuparon, pasaron a ser las instalaciones del actual mercado 20 de Noviembre. El templo fue destruido por un incendio en 1864. Lo reconstruyeron tres años más tarde, para ser consagrado el 26 de enero de 1890. Fue declarado monumento histórico el 9 de enero de 1934... "

Fuente: Aquí.







Esta iglesia es una de las tantas que se encuentran en la ciudad. Es increíble lo frecuente que es toparse con una Iglesia a cada paso que se da. Algo que impresiona mucho de estas iglesias es la antigüedad y el acabado que tienen la mayoría de ellas, si no es que todas, las de Oaxaca: Pinturas de escenas de pasajes bíblicos en las paredes y en las cúpulas, adornos en sus arcos, los detalles dorados, y muy poca presencia a simple vista de la mano artista que se dedica a restaurarles; la usanza de cantera en la arquitectura exterior, las grandes puertas de madera, y los santos de piedra que pueden verse en lo alto o en la altura media de estas construcciones. Una exquisitez a la vista sin duda.



Después de estar un breve momento dentro, salí y me encontré con la familia; ahora debíamos caminar hacia el Zócalo para encontrarnos con el Inge y debatir lo próximo a hacer. Pero eso, ya vendrá en el post siguiente…