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martes, mayo 24, 2011

:: En "El brincadero" ::

En el Brincadero (01)

La mañana se fue en festejos escolares y muestras de afecto, ahora, de parte de los maestros a los alumnos, muy contrario al día anterior en que los estudiantes festejaron a los maestros (y a mí también, que a pesar de trabajar en el Sistema Educativo no gusto de que me hagan etiqueta común y me digan “Profe”; así que sin ornamentos ni más sólo me dicen “Secre” por petición voluntaria).

Al terminar lo que los maestros tenían preparado para ellos, todo mundo se dispuso a marchar. Por cuestiones de circunstancias acompañé a algunos muchachillos a donde tenían ya de por sí planeado ir: “El Brincadero”.

La extensa manta verde que rodea esta parte del Soconusco, en donde laboro, hace que a cada momento me cuenten sobre tal río, tal cascada, tales árboles, tales animales, paisajes, climas, terrenos, y un etcétera en particular muy pero muy verde. Así que fue una de esas ocasiones en que por fin pude darme una escapada para conocer algo que nos rodea en el pueblecito.

En el Brincadero (02)

La escuela, ubicada a orilla de carretera, encuentra hacia delante un puente sobre un río (no está nada mal la vista ahora que lo recuerdo); y éste puente a su costado dibuja un camino que lleva hacia el Cantón Tamarindal, que es en donde toma lugar la experiencia actual. Mi falta de conocimiento en la geografía hace que no pueda asegurar si el punto de bajada es más para allá o más para acá del centro del Cantón, lo bueno es que se puede diferenciar porque también hay un puente (aunque pequeño) y se escucha el húmedo recorrer del río…

En el Brincadero (03)

Bajamos pues, el grupo de estudiantes de tercer grado y su servidor; además de otros integrantes de “La banda educativa”, por el camino que se desprende de la carretera, caminamos quizá unos cien metros por desniveles de terreno y hierba hasta llegar por fin a la orilla del río ¿Qué no es aquí entonces? Bueno, entonces caminemos río adentro más hacia arriba, hasta llegar a donde todos conocen como “El Brincadero” pues…

En el Brincadero (04)

Digamos que la primera impresión del río fue bastante normal, nada que no se vea en cualquier otro de las cercanías. Lo interesante aquí fue llegar por fin al punto final, que por experiencia propia le llamaría yo “El Resbaladero” más que “El Brincadero”, pero supongo que mis habilidades de equilibro no cambiarán esto…

En el Brincadero (09)

En el Brincadero (05)

La parte interesante se conforma de unas enormes piedras al parecer de origen volcánico y ya con sus añitos encima; mágicamente labradas y delineadas coloridamente por el paso del agua a sus aristas, en un abrazo casi tan largo como la edad misma del río, quizás, quién sabe. No vi otras similares cerca de ahí, ni en tamaño, ni forma o acabado; y sé que vi hacia todos lados, verdá de Dios… En el interior de los espacios dejados tan riesgosamente por estas enormes piedras, se dejan ver dos y pequeñas (bueno, en promedio 1.50 metros de altura) cascadas, cada una de intensidad lo suficiente como para doblarte en un intento de soportar su caída de pie; y de temperatura fresca, tanto como para permanecer ahí hasta que lo áspero de tu espalda te pida salir.

En el Brincadero (07)

Hay una tercera cascada (no tan impresionante como las otras pero sí importante), que es la que permite comunicar el cauce con la poza de aproximadamente dos metros de profundidad, ubicada a unos cuantos metros de las dos anteriores. En teoría, este es el conjunto natural que conforma la parte más concurrida del río, con ello se tiene suficiente para disfrutar del agua en un mediodía de calor (sobre todo por allá, en donde los móndrigos m&m’s sí se derriten en tu mano) además, claro, de apreciar el festejo tan jocoso que suelen dar los adolescentes estando en un ambiente no tan hostil ni restrictivo como lo es un salón de clases…

En el Brincadero (08)

Un par de horas después nos despedimos y ellos se quedaron aún festejando, y no creo que haya sido por el día del estudiante en sí, si no por librarse un rato de la escuela, ahora que lo analizo un poco más. Cabe mencionar que no nos fuimos de pinta, todo era bajo permiso y protocolos de supervivencia básica. Y, si hubiera sido caso contrario, eso no quita que la naturaleza por estos rumbos le brinde un significado mucho más profundo al hecho de “Irse de pinta…”

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