:: Encuentro Nacional de Artesanos 2011 ::

El año pasado grabé un video, omití sacar fotos. Ahora, comprobando que no había en realidad mucha diferencia respecto a la esencia del anterior, digamos que tuve la osadía de enfocar un poco la lente y hacer alguna toma fotográfica para mencionar este encuentro.



El calor, en su clásico apogeo; la gente, en sus ires y venires, todos nos deteníamos en algunos puestos para observar y deleitar la pupila y cuestionar el bolsillo por la inspiración del consumismo que a veces sale a flote cuando te topas con algo tan colorido. Tapachula era la sede en el parque central, mientras que algo similar se exponía en el Bicentenario pero con el toque Oaxaqueño; sí, también lo ví, pero no indagué demasiado, craso error quizás.









Quise experimentar con las fotos “autorizadas” en lugar de los “robados”; pero por algún motivo los vendedores mostraban algo de timidez y en una que otra ocasión cierta desconfianza, evadiendo la pregunta con una respuesta casi constante: “Pues deje preguntarle al dueño a ver qué dice” No entendí cuál era el problema, quizás por estar de este lado de la lente. Si me hubieran aceptado la petición tal vez habría podido enfocar mejor muchas artesanías que en realidad me sorprendieron en su detalle y colorido; pero no fue así ahora, tuve que tomar el riesgo de robarme las escenas; y una vez más confirmé que no hay mejores tomas que las espontáneas, porque son naturales, arriesgadas, en el instante, creadas en una pausa esperada con tiempo para congelar el momento y decir: “Esto fue lo que vi en esos instantes que estuve ahí…”

Alguien me dijo una vez:

"Robar una fotografía es casi tan poético y arriesgado como arrebatar un beso, es al momento, cuando petrificas el tiempo; y sea cual sea la reacción final siempre será más intensa y misteriosa. No como cuando lo solicitas, pues en tal acción se pierde la sorpresa, y la incertidumbre del rechazo puede convertirse en una realidad obscena... No, no hay comparación"

¿Tú qué opinas?