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sábado, abril 30, 2011

:: En la playa "Churirín" ::

En la playa Churirín (21)

Y así, una vez más, estábamos dentro de un autobús rumbo a un destino en medio del país vecino: Tiquisate. Mientras el viaje se desarrollaba en el interior de un autobús que me sorprendió por tener cupo para tres personas en casa asiento, y un pasillo por consiguiente muy reducido, además de la variedad de ventas de alimentos que a cada parada solían presentarse (“Chuchitos”, carne asada, lengua, pacaya, pollo dorado, atole de haba, panes con pollo, y un sin fin que ya no recuerdo); observaba lo verde que sigue siendo esta región geográfica ¿Hasta dónde entonces Mesoamérica tendrá su final?

En la playa Churirín (01)

Llegamos entonces a Tiquisate, Escuintla; y de inmediato abordamos otro autobús, hacia la playa llamada “El Semillero”. Fue breve el transborde, y llegamos entonces a la playa. Caminamos un poco cerca del oleaje, tal vez un poco más de un kilómetro, para encontrarnos con el mar en el final del camino y con la unión de ésta con el agua dulce de unos manglares. Lo primero que me vino a la mente fue: “Se parece a la Barra de San José”.

En la playa Churirín (02)

Abordamos una lancha, y nos dirigimos hacia el lado de allá en frente en busca de la interiorización en los manglares que con sus raíces nos daban la bienvenida a escasos metros de aproximación. Lentamente, nos adentramos más, se apagaron motores; y la sola corriente nos introdujo en una fresca sombra bajo un cielo verde de hojas, entre una lluvia de raíces colgantes tan delgadas como un lápiz, y sobre el manto oscuro del agua turbia que había sido acrecentada por lluvias anteriores a nuestra llegada.

En la playa Churirín (03)

Unas tres veces, pude observar el salto llamativo del “Pez cuatro ojos” que velozmente apenas se dejaba ver y de cuyo rastro sólo se podía asegurar con los ojos la estela de agua que dejaba detrás de sí. Y llegamos entonces a la aldea (algo así como la equivalencia a un ejido, colonia o cantón de nuestro México) “Nueva Venecia”. La sonrisa curiosa que expresé al saber el nombre me hizo pensar en lo acertado del concepto.

En la playa Churirín (04)

Y de ahí, a pie señores, en busca del destino final: La aldea “El jardín”. En un trayecto en donde los mosquitos nos daban la bienvenida con su familiar piquete en brazos y piernas, tuvimos que desenvolvernos; poco a poco observábamos la semejanza de la vegetación a la del lugar del cual proveníamos, tanto en común. Y al llegar a la casa de “Don Lino”, pariente de Lima; pude entonces expresar nuevamente mi acuerdo con el nombre de una aldea, no hay mejor nombre que “El jardín” para un lugar en donde la mayor parte de muestra vital que existe es expresada por el verde de la vegetación y el colorido de las flores.

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En la playa Churirín (06)

En la playa Churirín (07)

En la playa Churirín (08)

En la playa Churirín (11)

En la playa Churirín (13)

En la playa Churirín (14)

En la playa Churirín (17)

Nos atendieron de maravilla, aprendí algunos modismos como: “Traíd@” (Novi@), “Jarrilla” (Jarra), “Patoj@” (Niñ@), “Fresco” (Refresco), “Pajilla” (Popote), “Maní” (Cacahuate), posteriormente en la playa “Boquita” (Botana), “Ticket” (Boleto), “Pisto” (Dinero) entre algunas que ya no recuerdo…

En la playa Churirín (15)
Diferentes billetes y monedas de Guatemala.

Al caer la noche, dormimos; y la casona de madera me recordó las costumbres de mi niñez en la casa: Luces apagadas, tan sólo la pernocta adornada por el murmullo de grillos y el viento en los árboles; y allá a lo lejos el rugir del mar y algunos relámpagos; y las pláticas nocturnas antes de caer en el sueño.

En la playa Churirín (16)

En la playa Churirín (10)

Recordé entonces que mis padres solían también apagar todas las luces en aquella habitación de techo de lámina y acababan el día platicando en plena oscuridad cada quien en su cama, en medio de una oscuridad en donde no puedes ni ver tu mano aún así la tengas frente a tu nariz. Pude comprobar entonces que las pulseras repelentes de mosquitos que venden en las farmacias similares tienen nulo funcionamiento, o tal vez es como dijo Lima:

—“Para mí que sólo funcionan con mosquitos mexicanos, éstos de aquí ni han de conocer la marca del Dr. Simi…” ¡Vaya fiasco nos llevamos!

Al día siguiente, Don Lino nos llevó en su camioneta a conocer algunos sitios, y en el trayecto pasamos por grandes y largos sembradíos de Plátano macho (ese que se usa para freír) y también por zonas llenas de palmeras de coquitos de aceite. Cuando salimos de esa zona tan verde nos adentramos después en la zona urbana, y luego entre la arena costera; en donde pude observar un lugar denominado “Las Salinas”, donde motores extraen agua de mar y le colocan en extensas lonas para que se evapore y dejen la sal en pequeñas montañas blancas que después serán procesadas para el consumo humano.

En la playa Churirín (18)

En la playa Churirín (19)

Horas después, llegamos a la “Playa Churirín” a comer y a probar la cerveza “Gallo” y la cerveza “Ice”, la primera más amarga y espesa que la segunda, y por consiguiente más oscura. Ahí estuvimos un buen rato, hasta que nos dirigimos a un río en donde también la gente celebra la Semana Santa.

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En la playa Churirín (22)

En la playa Churirín (24)

En la playa Churirín (25)

En la playa Churirín (26)

No recuerdo el nombre del río, pero estuvimos breves instantes ya que era hora de ir a dejar a la hermana de Lima a Mazatenango. Así, con la caída del sol a lo lejos, nos dirigimos hacia allá; y una vez despidiéndonos de ella y sus hijos, retornamos a la Aldea, llegamos casi a la media noche, listos para dormir y esperar el día siguiente…

En la playa Churirín (28)

En la playa Churirín (27)

Con gusto les comparto la galería:

martes, abril 26, 2011

:: Alfombras de aserrín ::

En Mazatenango (01)

Jueves 21 de Abril. 5:30 a.m. Todo estaba listo, tenía la maleta y la funda con la cámara dentro lista: Pila cargada, filtro UV puesto y el Polarizador listo para cualquier situación, la mochila no, no llegó para la ocasión, ni modos. La travesía iniciaba rumbo a algún lugar de Guatemala...

En Mazatenango (03)

El primer punto de este viaje era llegar a la frontera, pero esta vez no a Talismán para pasar a Malacatán, sino a Cd. Hidalgo. De ahí pasar por el río Suchiate, cruzarlo y llegar al otro lado, a Tecún Umán (Ayutla). Puedes pasar de dos formas: De la legal, mediante el paso aduanal pagando una cuota mínima; o bien, cruzando en cámaras el río pagando una cuota no tan mínima ¿Por qué hacerlo de esta forma si salía más caro? Simplemente por apoderarnos de la sensación de hacerlo. Cruzar por el río te da una perspectiva diferente de la frontera, además de ser una vía muy popular para aquellos que deseen pasar cosas o productos de un lado a otro sin hacer declaraciones a las autoridades.

En Mazatenango (02)

Entonces, después de viajar por cámaras de tractor, llegamos a Tecún Umán. Apenas llegando (como 5 minutos después) abordamos triciclos Lima, Diana, Iliana, Tonchis (Sonia) y yo rumbo a la Terminal. Era temprano, y lo curioso fue lo siguiente: Abordamos el transporte a Cd. Hidalgo a las 5:50 y llegamos al río a las 6:30 a.m. Al cruzarlo, eran las 5:35 a.m. allá. Sí, es curiosa la sensación de cómo el cruzar el río hace que te encuentres en otro país con otro uso horario. Por si fuera poco, venía lo más interesante: El cambio monetario. Nos detuvimos antes de llegar la Terminal por unos segundos a cambiar nuestra moneda. El cambio estaba aprox. a $1.53 el Quetzal. De $ 1,000.00 MX que entregué me devolvieron Q650.0. Fue aún más notorio el cambio de país.

En Mazatenango (04)

En Mazatenango (05)

Llegamos a la Terminal y abordamos un camión hacia nuestra próxima parada: Mazatenango. Fueron casi dos horas de viaje y apenas llegando nos dirigimos al parque en lo que Lima localizaba la casa de su hermana para luego ir por nosotros y después regresar todos a la casa de ella. Mazatenango me pareció sorpresivamente generoso, en realidad no esperaba mucho de ahí. Y no me malinterpreten, lo que pasa es que como teníamos ya un destino fijado, no pensé en detenerme mucho en los puntos intermedios; pero vaya que fue ahí en donde tuve los primeros alientos de aire de belleza.

En Mazatenango (06)

En Mazatenango (07)

En Mazatenango (08)

Luego de desayunar y de adentrarme poco a poco a los modismos “Chapines” (Chapín se le denomina a algo originario de Guatemala, aún no sé si es folklórico su uso o si es despectivo; si alguien lo sabe con más profundidad que yo, por favor corríjame) salí con Lima y su sobrino a comprar pan para llevar a nuestro destino.

En Mazatenango (09)

“Desde ayer a las 1:30 de la tarde que ya no encuentras variedad de pan; por las fechas todo se acaba rápido. Es más, hay quienes hacen encargos desde hace 3 meses…”

En Mazatenango (11)

En Mazatenango (12)

Debo decir que ya no pude llegar a la panadería, de sorpresa volteé (bueno, ya había notado antes a una de tantas mientras llegábamos en el “Moto-taxi” al parque) hacia una alfombra colorida que era realizada por un par de personas sobre la calle. “Continúen ustedes camaradas” que yo permaneceré aquí disfrutando de esta muestra cultural.

En Mazatenango (13)

En Mazatenango (15)

En Mazatenango (16)

En Mazatenango (17)

Por los lugares en donde habrá de pasar la procesión, las personas tienden a adornar con alfombras que van haciendo mediante la colocación manual de aserrín teñido de muchos colores, y cada alfombra de aserrín ha de mantener un diseño en particular y alusivo a la Semana Santa. Sabía que esto lo hacían en Antigua Guatemala, pero no imaginé que aquí también; ahora que recuerdo, no sé si en algún lugar de México hagan algo similar. A pesar de que suelen algunas veces utilizar moldes de madera para hacer detalles repetitivos como flores, cálices, corazones cristianos; en ciertas ocasiones hacen a mano trazos de tiza (gis) ó carbón dibujando grandes imágenes en específico. Observé cómo estaban apenas avanzando con el rostro de un Cristo y pude ver una Virgen María caricaturizada que daba una impresión bastante tierna.

En Mazatenango (18)

En Mazatenango (20)

En Mazatenango (24)

Además de flores en las calles, papel de china color negro y morado en las casas; otro elemento clave es la utilización del corozo como aromatizante, representación de la Cuaresma y Semana Santa. Aunque es también utilizado para hacer detalles en los tapetes y brindarles ese aroma tan distintivo.

En Mazatenango (21)

En Mazatenango (25)

En Mazatenango (19)

En Mazatenango (22)

Muchas personas participan en esto, aún no sé qué tan largo debe ser el tramo que se requiere adornar con las alfombras; pero requiere de mucho empeño. Como dato curioso: Mucha gente debe encargar en los aserraderos kilos y kilos de aserrín para después poder tenerlo y empezarlo a teñir con anilina por lo menos 3 días antes de su uso.

En Mazatenango (23)

Luego de ver por varios minutos, regresamos a casa. Después de algunos preparativos salimos hacia el parque nuevamente para tomar transporte hacia un lugar llamado Tequizate. Estando ahí pude probar las “granizadas” que es el equivalente a los “raspados” ó “cerros” de aquí de Tapachula. Lo especial de las granizadas es que constan de varias combinaciones de sabores, recuerdo que uno de los dos tenía choco-crispis, con sandía, leche quemada, tamarindo, y no recuerdo qué más; mientras que el otro tenía jugo de ostión, klamato, salsa maggi, algo de picante, “Nachos” triangulares de Sabritas (que allá no es así, la marca se llama “Frito Lay”) y muchos ingredientes más que aún no recuerdo y que mi paladar no pudo más que disfrutar, por más que la curiosidad propiciara al reto de la adivinación (y es que en realidad no vi el momento en que las prepararon).

En Mazatenango (27)

En Mazatenango (28)

Y ya con las granizadas en mano, abordamos el transporte hacia la Terminal, para ahora dirigirnos a Tiquisate, pero eso y lo demás, ya vendrá en otro post...

Con gusto les comparto la galería:


¿Qué te han parecido las alfombras de aserrín? ¿Habías visto algo similar ya?
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