Pues dejé la universidad, así, al grano. No me llenó lo suficiente, en lugar de aumentar mi pasión por aprender, disminuyó mi aprecio por las instituciones escolares; es un horror cómo te amputan el espíritu poco a poco. Como sea, no todo está del nabo. Preferí destinar el dinero en algo mucho mejor: Clases de fotografía. ¡Ha sido una pasada de lo más emocionante! Ayer fue mi primera clase, mañana, la segunda; y así los venideros martes y jueves.
Se enfocará de entrada a la evolución de la fotografía, desde sus inicios y técnicas, desde el toque artesanal que permitía parir fotos con las manos y sobre las anécdotas tan excelsas a través del tiempo y cómo fue adaptándose a lo largo de la historia. Eso quería yo: Aprender a la vieja escuela, divertirme errando al intentar hacer fotos en blanco y negro a la antigua usanza, sentir el húmedo y químico toque de un cuarto oscuro y ver poco a poco mi mejoría con el tiempo mientras aprendo de uno de los mejores, y experimentar, siempre experimentar; sentir de lleno la pasión por la fotografía y plasmarla en un papel, o morir en el intento.
Emoción es lo que me describe ahora, estoy ante una representante del arte que, sí lo admito, me ha enamorado pese a que hay una enormidad de cosas de las que aún ni idea tengo, pero no importa, ya habrá tiempo de saberlas. He sucumbido ante sus encantos, y deseo descifrar y entender sus secretos, desentrañar sus misterios, develar sus historias, y mientras esto ocurre, seguir, seguir y seguir aprendiendo más de ella...
Un paso a la vez, Sancho. Vamos lento pero seguro. Mantén tu ánimo, que se avecinan grandes cosas por aprender, y no necesariamente en un día… Ya tendrás toda tu vida para ello...
¿Por qué?
—¿Por qué no?
2 comentarios:
Con quien tomas tus clases, con don pepe marin?
Alan Gomez:
¡Sí, así es :D!
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