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sábado, octubre 11, 2008

:: "Chamagón" ::


Lacho tuvo un amigo y compañero de trabajo en su infancia. Sus más caras experiencias las había compartido con aquel amigo que por arte de magia desapareció de su vida cuando Lacho fue bautizado.

Todo sucedió así:

Lacho estaba trabajando en su oficina, en la dirección de la escuela donde laboraba. Lacho quizás tenía unos 38 años de edad, cuando como a eso de las once de la noche, después de haber dejado en orden todo el trabajo del día, se dirigía a su domicilio para descansar después de una ardua labor; pues Lacho iniciaba sus labores a las ocho de la mañana y se retiraba a horas avanzadas de la noche. Sucedió que cuando él se disponía a ir a descansar, al transitar en una calle semi oscura —como casi todas las calles de la población—, Lacho escuchó, o llegó a su mente, una palabra que hacía muchos años no pronunciaba, es más, se había olvidado de ella. Escuchó la palabra “Chamagón”. Lacho pensó: ¿Qué es “Chamagón”? ¿Dónde había escuchado esa palabra? Lacho continuó hacia su domicilio, al llegar consultó en un diccionario y no encontró la palabra “Chamagón”.

Lacho se acostó, buscó y rebuscó en el fondo del viejo arcón de sus recuerdos y... Se acordó que cuando era niño tuvo un amigo a quien él llamaba “Chamagón” quizás por su complexión robusta.

Chamagón era un muchacho robusto, tal vez de la misma estatura que Lacho, tal vez aparentaba la misma edad que Lacho.

Chamagón era su amigo inseparable: jugaban juntos, cuidaban el ganado, hacían las labores propias del rancho, recolectaban frutos silvestres, cazaban por el llano en los caballos propios y ajenos, nadaban en las pozas más hondas que existían en los ríos más cercanos al rancho de Lacho.

En las playas, a orillas de los ríos practicaban la defensa personal... eran inseparables. Cuando Lacho estaba solo y quizás en algún momento pensaba en su amigo, en ese momento, como arte de magia, Chamagón estaba junto a él.

En muchas ocasiones, en la mayoría de las veces, dormían juntos. Lo que Lacho no se acordaba es que si Chamagón se alimentaba igual que él, pues en muchas ocasiones extrajeron miel de las colmenas que encontraban en los árboles, pero Lacho no se acordó si su amigo, su inseparable amigo la probó siquiera.

Lacho empezó a recordar más y más de su infancia y pubertad, Lacho revivió el pasado, su vida pasada en aquel ranchito humilde en donde vivió aproximadamente unos veinte años. Tendría unos dieciséis años de edad cuando empezó a fijarse en una chamaca de unos catorce. La cortejó, la enamoró; pero ella no le hacía el menor caso. Un día como a fines de octubre, él le habló con gran amor, puso mucho interés en su ruego que ella se compadeció y como respuesta a su reclamo le propuso que asistiera a una fiesta que se celebraba año tras año en la finca SANTA CATARINA, y, allá podrían bailar y platicar más a gusto. Lacho no se entusiasmó mucho porque sabía que no era muy fácil asistir a esa fiesta el 25 de Noviembre. Faltaban quizás un mes para esa fiesta y Lacho seguía pensando en ella, en la muchacha quien era la causante de sus desvelos.

En una tarde, caminando por el bosque y platicando con uno de sus hermanos, quien era dos años mayor que él, le externó su problema, le dijo que quería asistir a la fiesta de SANTA CATARINA en el mes de noviembre. El hermano le respondió:

¿Qué me darías si yo logro que vayas a esa fiesta?

Pues, mi tirador (que tiene hule nuevo); mi trompo zumbador y dormilón que hice de la raíz de una arrayana, mi polla pinta, que ya mero va a poner, mi navajita de cachita blanca...

Y ¿Qué más?

Pues ya no tengo más, si no, te lo daría...

Bueno, me puedes dar tu machete cortito que llevas ahí.

¿Este?, ¿El tunquito?

Sí, ese.

Bueno, ni modos, también te lo daré.

Bien, trato hecho, dame una semana de tiempo para que yo le diga a papá que te lleve a esa fiesta...

Pasó una semana, Lacho seguía con la compañía grata de su amigo el Chamagón. Chamagón era velludo; era fornido; de tez un poco morena; ojos negros y muy brillantes; cabello lacio; musculoso y ancho de espaldas. Siempre se portó muy bien para con Lacho; era más que su hermano; era su amigo. Jamás pronunció alguna voz de queja o de reproche. Era un muchacho optimista; de carácter afable; siempre estaba alegre; era muy tranquilo; su comportamiento generaba seguridad a Lacho. Lacho era muy raquítico; era un muchacho enclenque: casi siempre tenía hambre; vestía precariamente, la semi desnudez era su principal característica; padecía desde su nacimiento del sistema renal. No tenía control en su orina y para acabarlo de amolar, era zurdo. Le decían “El Chueco”.

Pero Lacho era muy feliz, vivía tranquilo en su mundo, su amigo era como su otra parte. Chamagón estaba siempre con él. Él le ayudaba en sus tareas diarias, alivianaba su carga; le hacía menos escabroso su camino. A principios del mes de Noviembre su hermano le anunció a Lacho que su papá lo llevaría a SANTA CATARINA para que fuera bautizado, pues en ese festejo, solía llegar el sacerdote para bautizar a decenas de niños que habían nacido durante el año y a otros remisos -como Lacho-.

Lacho fue llevado por sus padres para recibir las aguas bautismales. Le buscaron tres padrinos ricos, dueños de haciendas; le compraron su pantalón y su camisita, blancos; no le compraron ni guaraches, pues Lacho nunca había tenido “caites”, mucho menos que tuviera un par de zapatos. Chamagón vestía igual, muchas veces andaban los dos semi desnudos. ¡Pero qué felices eran!

Después de la ceremonia religiosa, del sacramento bautismal, Lacho corrió hacia donde estaba el baile y buscó a la autora de sus congojas. La marimba ya dejaba escuchar de sus teclas, las notas de un bolero romántico que en esos días estaba en boga, en moda. Lacho recuerda que “Hilos de plata” fué el primer bolero que bailó cadenciosamente, abrazado con su sin par pareja. Se olvidó de todo, del bautizo, de padrinos, de cenar... Sólo por estar con ella.

Pasaron los años, pasó el tiempo; Lacho se fué a estudiar a Cintalapa. Con su certificado de instrucción primaria logró ser maestro de una escuela rural; siguió estudiando, se tituló como maestro normalista, fué adscrito en diferentes escuelas; siguió estudiando en la Escuela NORMAL SUPERIOR DE PUEBLA, realizó en forma satisfactoria la carrera como maestro en Matemáticas y llegó a dirigir Escuelas Secundarias Federales Foráneas. Llegó a ser director de Secundaria.

Cuando Lacho se acordó completamente de Chamagón, lo recordó con mucho cariño, con el deseo de volverlo a ver, de platicar con él.

¿Quién era Chamagón?

¿Quién fué aquel amigo de la infancia de Lacho?

¿Por qué Lacho ya no volvió a ver a Chamagón y jamás volvió a acordarse de él después de que regresó de la fiesta de SANTA CATARINA?

¿Quién era ese ser? ¿Un duende? ¿Un gnomo?...

Quien sabe quién fué; pero lo que sí se sabe es que Lacho fué muy feliz en su infancia; con su compañía y comprensión, y que posiblemente el “Bautizo” de Lacho fué el acto que certó de tajo esa comunicación y esa amistad y separó para siempre a dos seres de distintos mundos.

Lacho últimamente vive feliz, no con la compañía de Chamagón, si no con su recuerdo...

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