— ¿Y dónde hacen estas artesanías? –preguntó mi hermana Georgina estando nosotros en una tienda artesanal de Zapotitlán (
lugar entre mi pueblo y San Antonio Texcala)-
— Las traen de “Los Reyes”…
— Están bellísimas…
Así fue el principio de un viaje aventurero…
Mi hermana estaba empeñada en conocer el lugar de origen de aquellos 3 grandes hongos que compró; ella califica de maravillas a las artesanías echas a mano a base de paciencia, mucha práctica y sacrificio…
Entonces, con su afán de ver más artesanías y con mi deseo incansable de conocer lugares por doquier, nos dimos a la tarea, el 26 de diciembre, de buscar ese pueblo, cuya localización está como a media hora por terracería en un desvío desde Chazumba hacia Zapotitlán, por la derecha…
El camino es terracería, debes ir lento porque no te permite de otra forma el terreno. A derecha e izquierda ves paisajes semi áridos y te preguntas si en realidad existen o son cuadros gigantes colocados estratégicamente por pintores calificados. Es verdad, deseas no avanzar y observar los panoramas, pero la curiosidad de saber qué más hay allá adelante te incorpora a seguir el paso.
Llegamos, pues; después de avanzar por caminos recién cortados a los costados de los cerros (sí, literalmente cortados, aún ves máquinas trabajando para construir el camino carretero; esos gigantes amarillos solitarios en los inhóspitos terrenos poblanos). El pico de Orizaba, tímido, se asomaba a lo lejos vigilándonos a todo tiempo...
Los Reyes Metzontla se llama ese pequeño pueblo retirado y de silenciosa hospitalidad; su estilo es como el de mi pueblo, aunque un poco más pequeño y polvoso, es una comunidad rara, te pones a pensar en lo retirado que parece cuando imaginas vivir ahí. Curiosamente la iglesia es antiquísima y bien parecida; y otro pensamiento viene a tu mente: “Entonces… ¿Quienes fueron aquellos que se dedicaron a repartir iglesias por estas tierras tan retiradas de Dios?”. Es increíble, la iglesia representa al pueblo, pequeña, pintoresca, reservada y silenciosa; una página con un párrafo escrito nada más.
Buscando y preguntando sobre quién tuviera en venta múltiples artesanías para vender (o fotografiar jeje) llegamos al final de la calle, en una casa típica y preciosísima…
En esa casa, vive doña Paulina García Vera. Ama de casa, madre, campesina y creadora comerciante de artesanías (de barro) ocasional; cada que “junta” un buen número de artesanías las lleva a los pueblos y/o ferias para vender…
Resulta que, al igual que en San Antonio Texcala, Puebla; la materia prima la brinda la tierra, la madre naturaleza. Todo principia con el arrancar del barro de los yacimientos de los cerros del lugar. Ya tienen sus lugares selectos, y cada que necesitan barro, van a ellos a obtenerlo; pueden crear las piezas de diferentes tipos de barro, al final esto es determinado por variedad, estética o bien por la pieza misma que vayan a realizar.
Una vez que tienen el barro lo muelen de manera que pueda ser manejado para mezclarse con agua (Debe estar libre de piedritas o demás cuerpos indeseables para obtener el resultado deseado). Después, a mano, en la forma tradicional artesanal, dan formas y texturas a las piezas. "Uno desde niño, jugando, le va aprendiendo al oficio; ya cuando se es grande, resulta fácil hacer cualquier figura, es pura práctica..." -Así dice doña Paulina-.
Después que se han secado, se les envuelve de un mineral que también sacan de los cerros, es como entre tierra y barro pero de color un tanto grisáceo y verdoso; y sirve para cubrir las artesanías, digamos que los cubren de una capa de este material para que así puedan ir al siguiente paso…
El siguiente paso, una vez que se han secado y endurecido a base del material anterior, es seguir con el proceso de pulido. Doña Paulina preciosa tiene un material muy especial para esta etapa. La pulida se lleva a cabo mediante piedras elegidas que van levantando de los caminos, las barrancas y los rincones que suelen visitar mientras salen con sus chivos a pastarlos. Ella talla sus piezas con las piedras y de esa forma las piezas adquieren, además del brillo y textura fina en el barro; el color (no tan notable, pero sí lo adquieren) de la piedra con que fueron pulidas. Es increíble, ¿Cómo le habrán hecho para descubrir estas técnicas artesanales? Es sin duda, herencia de las generaciones pasadas, pero aquellos ¿Cómo le habrán hecho? Una pregunta profunda y con algunos misterios flotando en el aire…
Después de que las piezas han sido pulidas se dejan secar por un tiempo que puede variar desde un par de horas hasta inclusive dos días, según forma, tamaño y detalle de la pieza.
Una vez que se ha secado por completo, la artesanía está aparentemente lista y utilizable, pero falta lo más importante de todo esto: El cocimiento del barro. El cocimiento es un proceso lento y trabajado, pues la pieza debe ser cocida en su área total y a cierta temperatura y en cierto tiempo. La falta o exceso de cocimiento puede provocar que se rompa o se cueza de más, respectivamente...
Ya que ha pasado el tiempo de cocción (digamos, un día como promedio) la pieza está lista para ser lavada y usada; o bien, para pintarse y adornarse de colores permanentes, según el gusto y placer del artesano. Ellos también conocen el arte del desprendimiento del color a los recursos naturales del pueblo (mediante minerales, vegetales, especies animales o técnicas mezcladas) y la mayoría domina la habilidad del dibujo para las piezas que han creado; logrando con ello una conjunción de arte rupestre y de arte prehispánico/moderno presentes en las piezas que idean, que a mano construyen y que con dedicación pintan para deleite de nuestros ojos y para placer de las personas que gustan de hacerse de lo típico y tradicional de nuestro pueblo. Al terminar de platicar con ella y de comprar algunas artesanías, regresamos con una sonrisa dibujada en el rostro...
¿No es acaso esto una de las cosas que hace de nuestro país una verdadera maravilla?
Por supuesto, aquí tienes la galería: