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sábado, diciembre 24, 2011

:: El mariposario y la "Resbaladilla" ::

Mariposario y Resbaladilla (01)

Se realizó el segundo de lo que hemos empezado a nombrar como “mochiviaje”, que es una manera ligera de designar cualquier salida con el fin de disfrutar el viaje en sí, independientemente te guste o no la fotografía; es pues, el placer de viajar sin planes ni itinerarios, siendo autosuficiente cada quien de sus viáticos, pero eso sí, viajando unidos y procurando que sea al mismo ritmo. La vez pasada fue cuando, de hecho, nació este juego de palabras mientras un pastor nos daba un aventón a Tapachula; fue divertido cuando Sam concibió la palabra y su concepto, porque llegó para quedarse…

Mariposario y Resbaladilla (05)

Como has de recordar, fue cuando éramos una banda de 6 y fuimos a la cascada “La Sirena”, o lo que vendría a ser como un santuario de mariposas, ya que (después que Yami me explicó) entiendo que todo el trayecto que recorres para llegar a la cascada desde un puente anterior, y el camino por vereda de la sima a la cima de la misma cascada; son zonas en donde se dejan ver decenas o cientos de mariposas, la mayoría blancas hasta donde mi noción me ha permitido asimilar.

Mariposario y Resbaladilla (06)

Y en esta ocasión (20-12-11) se había decidido ir al segundo lugar relacionado con mariposas: El mariposario del proyecto “Pak’ al Tsix A’” (Mariposa “Alas de agua”), localizado también en el Ejido “El Águila”. Ahora éramos 7, de los cuales 3 conocí ese mismo día. Éramos Sai, Yami, Lucy, David, Luis Ángel y yo. Emprendimos la marcha, luego de comprar provisiones dadas las experiencias, hacia el ejido; ahora llegaríamos a un punto un poco más lejano que el anterior, pero de igual forma un cruce de caminos en donde está indicado la ruta a tomar para ir directo al mariposario. No toma mucho tiempo en llegar hasta el mariposario-cabañas-restaurante, a lo mucho 20 minutos de camino, a no ser que quedes atrapado por el encanto del paisaje y la frescura del ambiente, algo que seguramente sucederá.

Mariposario y Resbaladilla (08)

Llegamos al mariposario, y de entrada nos saludó Rudy, el joven encargado que se realiza de guía por el mariposario y anfitrión del restaurante y las 2 cabañas. Nos recibió cordialmente y luego de estar un rato diseñando planes entramos al recorrido para ver un poco más de cerca el mundo de las mariposas que este joven proyecto ha encaminado en hacer.

Mariposario y Resbaladilla (10)

A grandes rasgos, en una habitación mantienen en recipientes de plástico los huevecillos de mariposa que se recolectan en jardines tipo invernadero. Estos huevecillos se desprenden cuidadosamente de las hojas y se colocan en el interior del recipiente y se le agrega otra hoja para que sirva de alimento cuando, luego de un tiempo, del huevecillo salga una pequeña oruga. Así contará ya con la forma de alimentarse y poder crecer para seguir con el proceso de metamorfosis.

Mariposario y Resbaladilla (11)

Las etapas que deben suceder para que este insecto pueda llegar a adulto son las siguientes:

1.- La hembra une el huevo a las hojas, a los tallos, u otros objetos, generalmente encima de o cerca del alimento previsto de la oruga.

2.- La oruga (o larva) es la etapa larga de la mariposa que parece un gusano. Es la etapa de la alimentación y del crecimiento. Mientras crece, suelta su piel cuatro o más veces para adaptarla a su cuerpo creciente.

3.- La crisálida es la etapa de la transformación durante la cual los tejidos de la oruga se deshacen y las estructuras adultas del insecto están formadas. En la mayoría de las especies la crisálida (o pupa) es marrón o verde y sirve como camuflaje en el entorno natural.

4.- El adulto es la mariposa o la polilla colorida que se suele ver. Es la etapa reproductiva y móvil para la especie. Los adultos experimentan el cortejo, acoplamiento, y la postura de los huevos.

Mariposario y Resbaladilla (12)

Mariposario y Resbaladilla (13)

A medida que se nos explica el proceso del ciclo de vida de la mariposa se nos enseña con ejemplos reales dichas etapas y se nos muestra las diferentes especies que hay en el mariposario, incluyendo el nombre científico y el nombre coloquial; dependiendo de la temporada, será la abundancia de cierta especie de mariposa ahí adentro.

Mariposario y Resbaladilla (16)
Mariposa "Tigre"-Mechanitis lysimnia utemaia (Reakirt, 1866)

Mariposario y Resbaladilla (18)
Mariposa "Alas de plata"-Dione juno huascuma (Reakirt, 1866)

Mariposario y Resbaladilla (28)

Mariposario y Resbaladilla (29)

Luego (de pagar la entrada, con un costo de $20.00 MX y) de estar un buen rato adentro del mariposario y observar algunos aspectos de la forma en cómo viven, conviven y se alimentan, Rudy nos mostró una de las dos cabañas disponibles en el sistema ecoturístico; por si alguno desea quedarse el precio es de $300.00 MX la noche (máximo 5 personas por cabaña), con duración hasta el medio día del día siguiente. Las cabañas están como a 50 metros del mariposario y el restaurante, mediante caminos improvisados que se cuelan entre la vegetación, sobre un río y con la ayuda de un puente.

Mariposario y Resbaladilla (32)

Mariposario y Resbaladilla (33)

El otro elemento componente es, pues, el restaurante; ahí nos detuvimos a desayunar y a conversar un poco más con las personas que conocíamos ese día; el lugar es muy flexible en su trato como en sus precios, y la atención es esmerada; no es tan variado el menú entre semana y los sábados y domingos es cuando cuentan con el platillo de las carnes asadas, pero es probable que se deba a que es un proyecto en formación apenas desde el primer trimestre de este año.

Cuando terminamos de desayunar nos dirigimos a conocer el balneario “la resbaladilla”; Aunque al principio andábamos medio desubicados, bastó rectificar el tramo como de 100 metros de más caminados por la calle para retomar la ruta verdadera e ir vereda adentro. Por si vas, debes salir del mariposario y seguir la calle hacia el puente, y ahí, a escasos 5 metros antes de llegar, encuentras la entrada en la parte izquierda del camino, no hay pierde, por lo menos no inicialmente…

Mariposario y Resbaladilla (37)

Mariposario y Resbaladilla (39)

Mariposario y Resbaladilla (40)

No sé si recientemente hubo alguna ventisca o tala, pero muchos troncos que albergan musgos, helechos y orquídeas estaban atravesados en el primer tramo del río, aún visible desde el puente; no es que se viera feo, si no todo lo contrario. Recordé entonces escenas de algunas películas de proscritos que dieron lugar allá en las tierras de los bosques europeos; sí, ni más ni menos que el tan afamado bosque Sherwood.

Mariposario y Resbaladilla (42)

Mariposario y Resbaladilla (43)

El camino seguía, y nosotros también, por fin todos caminando sobre el mismo camino y procurando no perdernos a la vista. Las condiciones del suelo no aparentaban mayor problema que el de sujetarse bien de las ramas, pisar las piedras en las zonas adecuadas y caminar lentamente para poder ver el río y algunas cascadas que tiene, ciertamente, algo escondidas. Y en esas cascadas, esas que están un poco a la mano, disfrutar de la frescura del paisaje a la sombra de esas hojas de malanga que intentan a toda costa repeler las gotas de agua sobre el terciopelo verde que son.

Mariposario y Resbaladilla (44)

Mariposario y Resbaladilla (45)

Mariposario y Resbaladilla (46)

¿Y nos bastó llegar a ver esa cascada que bien podríamos haber calificado -cegados por la emoción- como la más bella del lugar? No. Y es que el camino se seguía dibujando y seguía siendo fácil de recorrer, hasta que encontramos el primer aviso de cautela: Subir una piedra (o piedras) grande cuya ranura lateral no era precisamente ya de solo tierra, si no que se mezclaba con la humedad de pasos anteriores a los nuestros, hojas secas y rotas, y pasto húmedo cuyo verde nunca se confundiría con el fango que las manchaba. Yo subí esta parte por otro lado, como a 3 metros del camino ideal (según), en un costado un poco más inadvertido y con la ayuda de algunas ramas y troncos que pese a estar cortados y quebrados, seguían llenos de vida y de color. Allá vamos señores, ¿Qué, hay más vereda a orilla del río que debamos seguir? No le hace ¡Adelante!

Mariposario y Resbaladilla (48)

Y allá íbamos, resueltos, a conquistar el camino que nos conduciría hasta el balneario. Subimos, bajamos, esquivamos, y llegados al río nos organizamos para cruzarlo porque como grupo es la “ley de la manada” la que procura nuestra supervivencia en terreno desconocido. Nos deteníamos a analizar la forma de pasar, la más práctica y menos riesgosa; y algunas veces no funcionó para algunos; por lo menos para mí en ese momento no, que resbalé y obtuve la primera caída de la travesía. Fue un sentón directo, seco, pero de reacción inmediata porque me incorporé con la firmeza de un digno contrincante de las condiciones naturales que el río nos iba presentando “¿A qué juguemos a dos de tres caídas? Acepto con orgullo” -contesté en mi interior-.

Mariposario y Resbaladilla (49)

Por fin llegamos, con bastantes dificultades que lo único que hacían era retrasarnos pero no quebrantaban nuestro espíritu, a un punto en donde caía una cascada. La admiramos y buscamos la forma de rodearla ¿Y la encontramos? Por supuesto que sí; pero dispensen si hace falta la fotografía comprobatoria porque en realidad Sai Kun y yo apenas si estuvimos tiempo ahí para verla y saborearla (en ese momento); porque ese lugar era apenas un punto intermedio hacia lo que realmente ha sido nombrado como “La resbaladilla”, a la cual, sin titubeo alguno, ambos fuimos a buscar ya que habíamos comprobado que el camino seguía apenas notable, húmedo, más empinado y sinuoso de lo que habíamos recorrido; pero no nos importó… Mucho.

Mariposario y Resbaladilla (50)

Y luego de algunos minutos en descifrar el camino y tomar diferentes rutas cada quien, llegamos por fin al lugar correcto; lo supimos al momento de verlo, al momento de divisar un claro en medio de la maleza que cubría nuestro alrededor; nos dimos cuenta en el momento justo en que salimos de esa sombra de vegetación y nos encontramos de frente con el despejado paisaje de película.

Mariposario y Resbaladilla (51)

Mariposario y Resbaladilla (53)

Mariposario y Resbaladilla (55)

No sólo era esa enorme piedra lisa que tenía una inclinación prudente, de suave caída, y de profundidad exquisita a sus pies. No, era todo, era la inmensa y exagerada espesura que rodeaba a cualquier punto de visión; era esa formación perfecta de rocas que permitían tener una planicie adecuada luego de sostener tres cascadas más. Era la mesurada corriente, ni tan débil ni tan fuerte; que se oía y bañaba en todo el camino. Era como haber descubierto un valle perdido luego de haber lidiado con un indescifrable mapa incompleto.

Mariposario y Resbaladilla (54)

Mariposario y Resbaladilla (58)

Mariposario y Resbaladilla (65)

Mariposario y Resbaladilla (67)

Regresamos a compartir el hallazgo a donde dejamos a los demás en descanso; y entonces Sai Kun regresó de nueva cuenta con otros tres más que quedaron interesados cuando les dijimos. Yo me quedé, ahora sí, disfrutando de ese punto intermedio donde la cascada provocaba una ligera lluvia de brisa. Quedamos ahí, conversando, y disfrutando de lo que habíamos logrado, sin imaginar aún lo que nos esperaba…

Mariposario y Resbaladilla (61)

Mariposario y Resbaladilla (63)

Poco a poco fuimos descubriendo que esa brisa que nos salpicada la cascada no era sólo eso, si no que se trataba efectivamente de una llovizna caída del cielo. Al principio no nos alarmó, pero poco a poco se fue intensificando hasta que nos hizo tomar las cosas y buscar refugio bajo algunas ramas y helechos; mientras la llovizna caía con más fuerza e incluso empezaba ya a crear el sonido de su choque en el suelo y las hojas, silbé para comunicarme con el resto del grupo y tratar de expresar que se dieran cuenta del suceso y que era mejor regresar. Así lo hice varias veces, y es probable que haya habido respuesta, pero no regresaban, y la lluvia, como es típico en estos lugares, se dejaba caer sin piedad ni cuestionamientos…

Mariposario y Resbaladilla (60)

Mariposario y Resbaladilla (69)

¡Hasta que cayó el santo madrazo de agua! Y en medio de la vil lluvia llegaron y nos organizamos como pudimos para empezar el regreso, y luego de algunos minutos de espera, a la fuga nos dimos. Ahora el camino se veía completamente mortal, ya no era ese camino tranquilo y silencioso de hace unas horas, ahora era una senda de caídas en potencia, de resbalones casi asegurados, de lodo traicionero, de musgo y pasto resbaladizo, era, una locura en medio de balazos de agua que venían de todas direcciones. Como pudimos intentamos proteger ¿Nuestras cosas? ¡Qué va! Si en realidad creo que nos enfocamos sólo a procurar la mayor protección a las cámaras, y entonces el trayecto me regaló el segundo resbalón: Yendo en la retaguardia del grupo, mis pies sucumben ante la poca resistencia de unas sandalias convencionales y que no pueden detener mis extremidades, el resbalón dentro de ellas impulsa mi cuerpo hacia delante y reacciono echándome hacia atrás para caer nuevamente sentado y resbalarme con la ayuda del fango; recorrí así como un metro y algo cuando estiré la mano para sujetarme de un pequeño tronco de café, y así estuve un ratito hasta que pude encontrar con mis pies suelo semi-firme; entonces me incorporé nuevamente pero ahora sandalias en mano. Venía el cruce del río, en medio del ruido de la lluvia, el golpeteo de las gotas, el ruido del río, la salpicada de éste sobre las piedras resbalosas, y esa enorme presión por querer salir ya de ahí y encontrar refugio en el mariposario. Como pudimos pasamos todos echando todos una mano en la pericia; había pasado lo más difícil, pero aún era casi la mitad del camino de regreso.

Mariposario y Resbaladilla (22)

Mariposario y Resbaladilla (41)

No es que esté lejos en realidad, no. Es sólo que es sendero accidentado y si a eso le sumas las condiciones nuevas como la lluvia, el fango, los piquetes de agua en el rostro, la expectativa de que nadie salga herido, la esperanza de que no se dañe el equipo fotográfico, la incertidumbre de si esto va a finalizar pronto, etcétera; sin duda alguna te provoca un poco de estrés. ¿Un poco? Sí, en serio; porque, cuando dejas de ver eso que te trastorna y te das cuenta de la aventura que estás viviendo y observas que pese a lo abrupto del regreso y a la sorpresita con que nos está despidiendo el balneario, todos están con el ánimo arriba y sin quejas de lo que está aconteciendo, entonces todo es maravilloso, perfecto, ideal; y eso lo pude confirmar cuando, segundos antes de detenerme con Sai kun para poner su cámara en mi mochila (bajo las hojas de tres malangas grandes), y luego de haberme sujetado del brazo para impulsarme en la vereda, vi el avance de los demás y llamé su atención, y con una leve sonrisa de triunfo asentimos con el rostro lleno de agua: “Qué chingón ha sido todo esto…”

Cuando vimos el puente, nuestras almas se tranquilizaron y nuestras piernas se apresuraron, llegamos al restaurante del mariposario y de inmediato entramos y nos quitamos mochilas, playeras, bolsos y todo cuanto pudiera estar bajo riesgo de humedad extrema; afortunadamente tengo entendido que ningún equipo fotográfico se dañó, sólo hubo humedad en exceso por toda nuestra ropa y equipaje. Y encontramos a Rudy, y sin misericordia alguna ni consideración por lo vivido, pedimos unos merecidos chocolates y café; y empezamos a secarnos. A la mesa, risueños, jactándonos de los resbalones y caídas, esperábamos el final de la lluvia de allá afuera, esa lluvia que hace poco nos tenía a su merced. Ya más tranquilos y secos, y habiendo terminado la lluvia y dejado una estela de frescura en el lugar, nos despedimos de Rudy y salimos caminando para ir al encuentro del transporte que nos llevaría de regreso a Tapachula. De regreso, veíamos con una cara más familiar el camino, el paisaje y el poblado; y éste, canijo, en respuesta pícara, admitiendo la jugarreta pluvial que justificadamente puede decir que nosotros mismos la buscamos, nos daba la despedida inconclusa como ese verde y hermoso lugar que es…

Mariposario y Resbaladilla (75)

Con gusto, te comparto la galería:


lunes, diciembre 19, 2011

:: Picaditas ::

Picaditas (03)

30 de Julio: Me levanté por fin; aunque ya una hora antes me había incorporado para ver el amanecer, pero luego ese frío delicioso “sacavaho” como que te motiva a darte otro pestañazo antes de levantarte en serio. Entonces fue que bajé a la parte del fogón a saludar y a sentir el calor del fuego enervante rodeado de la fragancia de la leña y el carbón.

Picaditas (05)

Estaba mamá y mi tía preparando el desayuno, un desayuno tradicional que dibuja mi pasado y mi presente, y que desearía degustar en el futuro; un desayuno que al esfuerzo de ese metlapile (rodillo) usado ya hace como dos generaciones (pese a su ahora desgastado lustre, nada rocosa textura de en medio y de brillo amable en la misma zona), ha impulsado la gratitud del paladar y la admiración de los sibaritas que han tenido la oportunidad de sucumbir ante sus resultados. ¿Cuántos alimentos no habrá preparado ya tan prehispánico utensilio antes de llegar a gastarse así, esa vil y generosa roca?

Picaditas (07)

La duda asaltaba mientras mamá me respondía un poco con la historia de ese rodillo y la usanza también por su madre; y entonces, las manos desconocidas de aquella señora de tres generaciones atrás y de la cual desciendo, figuraron en mi imaginación, realizando con destreza los más rigurosos movimientos con el metate en busca de la elaboración de platillos autóctonos que aún podemos encontrar por aquí gracias a la preservación que han impulsado tan envidiables personas.

Picaditas (06)

Nunca falta, para abrir un buen apetito, un taquito de sal de una tortilla recién salida del comal; de esas grandotas, las que se inflan, las que aún debes soplar apenas la sostienes e intercambias entre una mano y otra para que se entibie, no, nuca debe faltar para seguir con el desayuno principal…

Picaditas (01)

El desayuno en casa consistió entonces Picaditas, ¿Que cómo son? Bueno, más o menos intentaré esbozarte de acuerdo a lo que sé: Las picaditas son una especie de tortilla, aunque un poco más gruesa y más corta de lo normal, y cuyo procedimiento de elaboración es el mismo al final de cuentas.

Picaditas (08)

Cuando está casi lista se saca del comal y se empieza a pellizcar en su orilla y en su centro, produciendo tres surcos; al final, estas 4 modificaciones son las que sirven para controlar que no se derrame mucho el contenido, que puede ser cualquiera según el gusto, pero que en este caso se basó en una salsita y quesito. Luego, le untas con manteca.

Picaditas (09)

Devuelves la picadita al comal para que termine de cocerse, en ese momento se deja caer la salsa

Picaditas (10)

Minutos después las sacas del comal y le espolvoreas queso, o bien, le agregas lo que gustes.

Picaditas (12)

Lo acompañas con un cafecito, un champurrado o un atole de granillo; ¡Y agregas un trocito de carne enchilada para tener el desayuno perfecto!

Picaditas (13)

Y así en breves instantes, te encuentras desayunando para disponer de buen ánimo en el día que ha comenzado... ¡Buen apetito!

Continuará...

Con gusto, les comparto la galería:

domingo, diciembre 11, 2011

:: En Trujapan y Sabino Farol ::

Sabino Farol (05)

El claroscuro del día se venía encima mientras este par de aventureros sostenía la marcha de regreso al pueblo; haber estado en San Pedro Atzumba era haber estado por unos minutos ya en la zona geográfica del estado de Puebla ¿Imaginaba yo tocar suelo poblano en este viaje? Vaya que no, y esas cosas sorpresivas son las que le dan sabor al caldo de la aventura y el viaje…

Trujapan (01)

Ya íbamos de regreso, así que llegamos nuevamente a un punto de la carretera al que pasamos al principio (cuando habíamos iniciado el viaje hacia San Pedro Atzumba) para apreciar la locación y la curiosidad de ahí. Este punto carretero pertenece a la zona geográfica de… ¡Esperen! ¿A qué zona geográfica pertenece?

Trujapan (02)

De un lado de la carretera estas sobre suelo Poblano, y del otro lado estás pisando tierra Oaxaqueña, y camino adentro se encuentra San José Trujapan. Es un pequeño pueblo cubierto por las copas de muchos sabinos que emergen en su zona, es de una magnitud tan estrecha que el número de habitantes no llega ni a los 200.

Trujapan (03)

Pero imagino que esa particularidad que tienen estos pueblos son los que los hace mágicos, como si fueran pequeñas comarcas en los que la vida transcurre tranquila y todo el mundo se conoce.

Sabino Farol (01)

Otro lugar, cercano, pero que sí se encuentra marcadamente en el suelo de Puebla, es la población de Sabino Farol, cuya característica compartida con Trujapan, además de estar a la misma altura, es también no llegar ni a los 200 habitantes (y eso que me he ido un poco alto con la cifra de punto de partida).

Sabino Farol (06)

Sabino Farol no está cobijado de grandes árboles como Trujapan, su entorno es más bien abierto con vista a lo lejos de cerros y montañas y vegetación vertical de cactáceas, puede que no posea un solo sabino, pero es innegable su encanto cuando empieza a anochecer y el matiz luminoso empieza a surcar los montes, esos montes en donde, con algo de suerte, puedes incluso ver el momento en que el “Chupamirto” sale en busca del néctar de algunas flores.

Sabino Farol (11)

Fue aquí, en este bello lugar de Puebla en donde traje a la memoria un recuerdo de hace veinte años: Vi, después de muchísimo tiempo, nuevamente a una planta de “cucharilla”, es todo un sistema de pencas así como las del maguey, unidas en el centro de la planta y dispersas de manera que llegan a parecer un erizo.

Sabino Farol (03)

Cuando mi hermana mayor cumplió sus XV años, mi “Tío Layo” -Tío abuelo materno- fue el padrino de cucharillas, y ese detalle es algo que jamás se ha ido de nuestra memoria, pero si me preguntas a qué viene todo eso, te responderé la curiosidad del asunto… La cucharilla tiene su chiste, ya que cuando tomas la planta y desprendes cada una de sus pencas, obtienes una hoja que prácticamente es una cuchara natural cuyo mango es esa parte verde que puedes ver; y el área hundida, que es lo que está pegado al núcleo de la planta, es la que te sirve como contenedor para los caldos, el mole, o el exquisito pozole. Debo ser sincero, no recuerdo otra ocasión en que haya visto este arraigo cultural, y el ver nuevamente la planta me llenó de agrado. Por cierto, si tienes curiosidad... No, no sabe igual el pozole degustado desde la textura fibrosa de una cucharilla ¡Sabe muchísimo mejor!

Sabino Farol (07)

Y luego de recordar ese hermoso detalle, el ocaso perdió el poco arrebol que el día le dio, y cubrió el ambiente con una manta azul grisácea… Era tiempo de volver, porque el frío también se hacía más intenso (aunque esto nunca ha sido algo desfavorable para mí, que gozo del frío cada que puedo); nos dirigimos a casa, el día de aventuras en motocicleta había llegado a una pequeña pausa… Era hora para llegar a casa, contar la aventura, beber un cafecito, y descansar…

Sabino Farol (04)

Continuará...
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