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viernes, mayo 27, 2011

:: Una mariposa verde ::

Mariposa verde (03)

Captada apenas hace un par de horas, les presento a otra visitante misteriosa, voladora, y raramente verde cuya única pista otorgada a los ojos es la probabilidad de un gran mimetismo para poder vivir en algunas plantas, hacerse pasar talvez por alguna hoja durante el día, y mantenerse a salvo lo más posible… Realmente asombrosa.

Mariposa verde (01)

Mariposa verde (02)

Mariposa verde (04)

Mariposa verde (05)

Mariposa verde (06)

Mariposa verde (07)

Sinceramente, es la primera vez que veo una como esta... ¿Y tú?

miércoles, mayo 25, 2011

:: Las flores de Tamnises ::

Flores resplandecientes

La noche ha caído, y Otantus está cansado. Sigo el camino solo mientras él duerme cerca del arroyo; por mi parte, aún puedo mantenerme iluminado para seguir buscando la flor de mi destino; el rocío que ha caído sobre el valle de las estrellas les ha brindado una prolongación de su luz. Son flores sagradas, estrellas míticas caídas desde los cielos en el tiempo aquel en que Tamnises creó nuestra raza y la ubicó en esta lejanía...

Tomo un par que guardan especial resplandor, con ellas en mi mano podré alumbrarme por este camino tan silencioso, tan grisáceo y azul por la niebla que emanan de las grutas cercanas. Dejo una oración para poder tomarlas, pues son fuente de vida y de luz para nosotros, y no se pueden cortar a menos que sea una ocasión como ésta; y aún así, se debe hacer con la mayor solemnidad posible, porque son regalos que nuestra Diosa dejó para que recordemos nuestro origen. Estoy algo cansado, pero mi destino, mi destino aguarda en el horizonte que se traza delante de mí…

martes, mayo 24, 2011

:: En "El brincadero" ::

En el Brincadero (01)

La mañana se fue en festejos escolares y muestras de afecto, ahora, de parte de los maestros a los alumnos, muy contrario al día anterior en que los estudiantes festejaron a los maestros (y a mí también, que a pesar de trabajar en el Sistema Educativo no gusto de que me hagan etiqueta común y me digan “Profe”; así que sin ornamentos ni más sólo me dicen “Secre” por petición voluntaria).

Al terminar lo que los maestros tenían preparado para ellos, todo mundo se dispuso a marchar. Por cuestiones de circunstancias acompañé a algunos muchachillos a donde tenían ya de por sí planeado ir: “El Brincadero”.

La extensa manta verde que rodea esta parte del Soconusco, en donde laboro, hace que a cada momento me cuenten sobre tal río, tal cascada, tales árboles, tales animales, paisajes, climas, terrenos, y un etcétera en particular muy pero muy verde. Así que fue una de esas ocasiones en que por fin pude darme una escapada para conocer algo que nos rodea en el pueblecito.

En el Brincadero (02)

La escuela, ubicada a orilla de carretera, encuentra hacia delante un puente sobre un río (no está nada mal la vista ahora que lo recuerdo); y éste puente a su costado dibuja un camino que lleva hacia el Cantón Tamarindal, que es en donde toma lugar la experiencia actual. Mi falta de conocimiento en la geografía hace que no pueda asegurar si el punto de bajada es más para allá o más para acá del centro del Cantón, lo bueno es que se puede diferenciar porque también hay un puente (aunque pequeño) y se escucha el húmedo recorrer del río…

En el Brincadero (03)

Bajamos pues, el grupo de estudiantes de tercer grado y su servidor; además de otros integrantes de “La banda educativa”, por el camino que se desprende de la carretera, caminamos quizá unos cien metros por desniveles de terreno y hierba hasta llegar por fin a la orilla del río ¿Qué no es aquí entonces? Bueno, entonces caminemos río adentro más hacia arriba, hasta llegar a donde todos conocen como “El Brincadero” pues…

En el Brincadero (04)

Digamos que la primera impresión del río fue bastante normal, nada que no se vea en cualquier otro de las cercanías. Lo interesante aquí fue llegar por fin al punto final, que por experiencia propia le llamaría yo “El Resbaladero” más que “El Brincadero”, pero supongo que mis habilidades de equilibro no cambiarán esto…

En el Brincadero (09)

En el Brincadero (05)

La parte interesante se conforma de unas enormes piedras al parecer de origen volcánico y ya con sus añitos encima; mágicamente labradas y delineadas coloridamente por el paso del agua a sus aristas, en un abrazo casi tan largo como la edad misma del río, quizás, quién sabe. No vi otras similares cerca de ahí, ni en tamaño, ni forma o acabado; y sé que vi hacia todos lados, verdá de Dios… En el interior de los espacios dejados tan riesgosamente por estas enormes piedras, se dejan ver dos y pequeñas (bueno, en promedio 1.50 metros de altura) cascadas, cada una de intensidad lo suficiente como para doblarte en un intento de soportar su caída de pie; y de temperatura fresca, tanto como para permanecer ahí hasta que lo áspero de tu espalda te pida salir.

En el Brincadero (07)

Hay una tercera cascada (no tan impresionante como las otras pero sí importante), que es la que permite comunicar el cauce con la poza de aproximadamente dos metros de profundidad, ubicada a unos cuantos metros de las dos anteriores. En teoría, este es el conjunto natural que conforma la parte más concurrida del río, con ello se tiene suficiente para disfrutar del agua en un mediodía de calor (sobre todo por allá, en donde los móndrigos m&m’s sí se derriten en tu mano) además, claro, de apreciar el festejo tan jocoso que suelen dar los adolescentes estando en un ambiente no tan hostil ni restrictivo como lo es un salón de clases…

En el Brincadero (08)

Un par de horas después nos despedimos y ellos se quedaron aún festejando, y no creo que haya sido por el día del estudiante en sí, si no por librarse un rato de la escuela, ahora que lo analizo un poco más. Cabe mencionar que no nos fuimos de pinta, todo era bajo permiso y protocolos de supervivencia básica. Y, si hubiera sido caso contrario, eso no quita que la naturaleza por estos rumbos le brinde un significado mucho más profundo al hecho de “Irse de pinta…”

lunes, mayo 09, 2011

:: La flor de la pirámide ::

Paisaje verde (05)

Amanece. Hoy es el día después de la primera luna llena desde mi Shabet (mi mayoría de edad): cuando por fin las puntas de mis orejas han sangrado al alcanzar su máxima longitud. Ya soy todo un miembro adulto de la aldea y ahora es el momento de demostrarlo. Iré como buscador, sin hacha ni flechas, sin cántaros ni flauta; hacia el Valle de la roca transparente que está más allá de los árboles de brazos colgantes, que en lugar de beber agua se alimentan de la sangre y la carne de las presas que a sus pies intentan escapar pero son aturdidos por sus estruendosos gritos y chasquidos de dedos. Son espantosos, pero su madera es la mejor cuando se trata de fabricar arcos: Pueden disparar y producir ráfagas de viento tan veloces que emiten gritos de halcones cuando la flecha viaja hacia el enemigo. Y al ser el arco fabricado de un colgante brazo, es como si tuvieras un tercero cuando enfrentas a algún Libiján furioso en la cacería; porque desde la espalda te cubre y defiende, aunque para ello tengas que ofrecer tu voto de lealtad y jamás sustituir tu arma una vez que le perdieses.

Mi nombre es
Ghözd, hijo de Miyark y de Tiëhnis; hijo tercero, el último; e iré en busca de la flor de la pirámide blanca de corazón amarillo; iré solo, montando un caballo tal como dicta la tradición de los antecesores aquellos que formaron estas tierras; y tal como dicta un fragmento de la canción que alguna vez de niños nos enseñaron:

"Sobre el lomo fuerte de un corcel
un fino y blanco lienzo oropel
en tu mano se habrá de hallar
para victorioso a casa poder regresar..."

Paisaje verde (03)

Salgo, sin ruido ni mirando hacia atrás; todos duermen y saben de antemano que he de haberme ido a su levantar. Afuera me siento grande, está por amanecer. El arrebol del cielo anuncia ya la próxima partida. Pronto iré por
Otantus, mi corcel marrón oscuro y compañero fiel desde que nací. Cuando uno nace, desde el establo mayor se le asigna el corcel que ha nacido al mismo tiempo, para ser su compañero de aventuras.

Paisaje verde (06)

Debo encontrar la flor, y cuando la halle tomar el corazón de ésta y colocarle dentro de mi ópalo colgante, entonces obtendré la divinidad del regalo de
Thrianus, aparecerán membranas en mis ojos y en mi mano derecha el cristal incrustado de la pirámide que demostrará que lo he logrado, y será mi señal de éxito y al cabo de un ciclo lunar revelará el poder y la misión que he de cumplir; y será mi responsabilidad lograrla con éxito…

lunes, mayo 02, 2011

:: En la playa "El semillero" ::

En la playa El semillero (17)

Sábado, 23 de abril. Me levanté como de costumbre, temprano (gracias al horario de verano no aplicado en Guatemala por supuesto); dormí profundamente después de la ceremonia divertida de las manos veloces que intentaban alejar a la mayoría de mosquitos que deseaban probar mi sangre azteca (a los que pudieron espero no les haya caído mal), es un ejercicio bastante agotador. Al levantarnos todo supimos entonces que ya había planes trazados para el día; no obstante, antes de emprender la marcha por aquellos caminos cuyo trayecto son equivalentes a horas y pico para llegar a cualquier destino cercano a la aldea, nos dimos un pequeño paseo cerca de la casona.

En la playa El semillero (23)

Fue una caminata bajo un sol bastante tranquilo, encima de terreno en demasía fértil y aproximadamente un kilómetro de distancia que aparentó ser más por la problemática de pasar entre matorrales, esquivar agujeros en la tierra (nidos de algunos animales), ahuyentar los mosquitos, y caminar con cautela para no irrumpir con alguna planta espinosa o con algún reptil que pudiera interpretar nuestro paseo como un peligro a su existencia. Milpa por aquí, guías de calabazas por allá, altos pastos por doquier; y a lo lejos una muestra del río que en algún punto lejano habría de alimentar algún manglar para terminar desembocando en las barras que le permitirían llegar al mar.

En la playa El semillero  (01)

En la playa El semillero (03)

En la playa El semillero (02)

Un manto acuoso un tanto pantanoso nos limitó el llegar hasta el río, así que sólo pudimos divisarlo desde una distancia media. Luego, cumplido el propósito, regresamos a casa, y mientras esperaba la salida me seguí deleitando con las heliconias, hawaianas y antorchas (o como dijeran allá: “Flores exóticas” en general; sin hacer hincapié en la importancia del nombre individual de las especies).

En la playa El semillero (04)

En la playa El semillero (05)

Momentos después, estábamos recorriendo caminos que en tramos específicos eran adornados por filas y filas de grandes palmeras de aceite, formadas de manera tan correcta que parecían cientos de guerreros águilas para nada taciturnos que mostraban sus penachos como si vieran nuestra partida con singular atención.

En la playa El semillero (06)

¿Qué será? ¿Una hora después? Algo así; llegamos a un río. Me confundí al principio pensando que era el río del día anterior, el “Ican” (muchas gracias GC por la información) pero no, era otro; del que de igual manera no puedo recordar el nombre todavía, pero del que sí puedo confirmar su particular belleza. Mucha gente opta por celebrar en el río, incluso había, además de los autos y camionetas estacionados, algunos autobuses que daban la impresión de tener exclusividad de viaje hacia este río.

En la playa El semillero (07)

En la playa El semillero (10)

En la playa El semillero (11)

En la playa El semillero (12)

No nos bañamos (caso contrario al anterior, en donde pude comprobar la tibieza del agua a mitad del río y la frescura del viento circundante en tal punto); si acaso habremos tardado a lo máximo media hora, cuando emprendimos nuevamente la marcha hacia el gran punto de llegada, la playa “El semillero”.

En la playa El semillero (13)

Apenas llegando, se veía actividad intensa: Cientos de personas paseando por las calles cercanas a la playa; decenas de establecimientos vendiendo alimentos, recuerdos, bebidas, gorras, trajes, etcétera; ires y venires de camionetas, autos, motocicletas; música sonando por doquier. Era algo tarde, pensábamos que para esa hora todo estaría terminándose, pero aún era el comienzo. Caminamos por la playa y recorrimos lugares, viendo aquí y allá, conociendo los centros botaneros llenos gente bailando y divirtiéndose y deteniéndonos en una que otra tienda para comprar algo de beber.

En la playa El semillero (16)

En la playa El semillero (15)

En la playa El semillero (19)

En la playa El semillero (14)

En este lapso no hicimos otra cosa que caminar a lo largo de la playa mientras el atardecer caía. A pesar de que la marea estaba algo subida las personas todavía se atrevían a bañarse; nosotros sólo veíamos y así nos mantuvimos hasta que la noche cayó.

En la playa El semillero (20)

Disfrutamos un poco de la vida nocturna en la playa, al final entramos en una enorme palapa adecuada como un antro del que al inicio no se esperaba mucho: Cuando entramos ocupamos apenas la segunda mesa, y para un par de horas después el lugar estaba a reventar. La vida nocturna en verdad que difiere de los paseos en el día en cuanto a forma, pero la realidad es que nadie desperdicia el tiempo cuando se trata de divertirse.

En la playa El semillero (22)

Regresamos después a la casona. Teníamos que levantarnos temprano al otro día ya que era nuestro regreso a Tapachula. Está de más mencionar que caímos rendidos por el ajetreo de haberla pasado bien en El semillero.

En la playa El semillero (25)

Con un buen sabor de boca por los tres días y cacho ahí, nos despedimos muy temprano. Luego de varias horas de viaje por autobús llegamos a Tecún Umán, el último punto Guatemalteco que pisaríamos antes de cruzar el puente fronterizo para entrar a México, a nuestro país. Despedí este pequeño viaje con fotos tomadas del parque mientras le atravesábamos caminando.

En la playa El semillero (26)

En la playa El semillero (28)

En la playa El semillero (27)

Después de enfocar y tomar la última foto, bajé lentamente la cámara mientras abría el ojo izquierdo para dar (al menos por ahora) el vistazo final hacia aquella dirección, con calma tapé la lente y coloqué la cámara en su funda, abroché el seguro y me coloqué la funda a mi costado, me di la media vuelta y sin mirar atrás seguimos caminando rumbo a México: El viaje había concluido satisfactoriamente…

En la playa El semillero (29)

A continuación, les dejo con la galería de fotos:


No sé ustedes pero yo me quedé con ganas de conocer más de Guatemala... :-)
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