Apenas salí del hostal me encuentro de frente la parte posterior de la Catedral de Oaxaca, gran ventaja de encontrarse en el Centro Histórico de la ciudad. Reparé entonces en el hecho de que, a pesar de haber estado frente a ella algunas veces ya, no me había dado el tiempo necesario para conocer su interior; así que esta era la ocasión oportuna para hacerlo.
Bajo la influencia teológica de los apóstoles Pedro y Pablo, el interior de la Catedral se compone de tres largos pasillos, en donde el de en medio está designado propiamente para que los fieles lleguen a postrarse, es el único de ellos que tiene bancas y que inicia su área con un gran órgano que no consigues ver en muchas iglesias (me pregunto si aún estará en uso), mientras que los laterales aguardan algunas capillas, cuadros, altares y terminan hasta los vitrales de cada uno de los dos apóstoles.
Por dentro no está tan iluminado como, por ejemplo, la Catedral de Santo Domingo. Se recorre dentro de una penumbra silenciosa que te permite viajar por la arquitectura tan simétrica de los corredores y los arcos del templo, y puedes contemplar a detalle -aunque con un poco de esfuerzo visual- los componentes de su interior. La iluminación te limita si deseas tomar varias fotos, y aunado a esto debes privarte de utilizar el flash, cosa que ya es común en varios puntos turísticos del país.
Luego de conocer la Catedral por dentro, sigo caminando por el parque, veo alrededor los pasillos comerciales y cientos de personas en las mesas degustando platillos típicos o bien, platicando al cálido abrazo de un café. Logro llegar, apenas cruzando la calle, a la esquina en donde yace el Templo de la Inmaculada ó Templo de la Compañía (según como desees denominarle). En el interior, al igual que en la Catedral y en las calles del Centro Histórico transitaba poca gente, supongo que se debía a que era medio día y todo mundo se encontraba en el “Auditorio Guelaguetza” disfrutando de la fiesta.
El que tenga dos nombres este templo tiene su origen, según puedes observar a izquierda y derecha momento después de entrar, en estas paredes:
Templo de la inmaculada: Los méritos de Cristo que perdonan nuestros pecados y se nos aplican por los sacramentos (Bautismo, Penitencia, Unción) a María se le aplicaron antes de que ella naciera, por lo cual al ser concebida pos sus papás (Joaquín y Ana) existió sin mancha preservada del pecado. La iglesia la celebra como Inmaculada Concepción. Este templo es en su honor. Pío IX declaró el dogma de la inmaculada en 1854.
Templo de la Compañía: Ó de la Compañía de Jesús, nace de Ignacio de Loyola (1491-1556), hombre de armas, pecador arrepentido, decide buscar la volunta de Dios y funda la Compañía de Jesús- Jesuitas.
No tardé mucho dentro del Templo de la compañía; y es que en realidad sus dimensiones no son tan grandes como la Catedral, o bien, sus acabados son más bien modestos si es que los pones al lado de los que observas en algunas iglesias que ya has visto con anterioridad.
Salí luego de pocos minutos tan sólo para encontrarme de frente, cruzando la calle, con el tercer lugar que supe que visitaría en el día, un lugar que no había percibido incluso años atrás en mis visitas, un lugar que me tomó mucho tiempo recorrer y del que quedé completamente asombrado…
Continuará…
Con gusto, les comparto las galerías:
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