Viernes, 06 de Abril de 2012. San Cristóbal quedaba atrás, por ahora; y sucumbimos ante la curiosidad de conocer San Juan Chamula, uno de los pueblos más pintorescos de todo Chiapas que se ha ganado su popularidad a pulso a través de la historia por equis o ye motivo. Mi leve noción me anticipada un pueblo, ante todo, muy arraigado a sus tradiciones y en general reacio ante la cámara y sus portadores, un pueblo que no permite que venga cualquier hijo de vecina a robarles el alma; y entre que si es verdad o mentira, como todo fuereño que llega por primera vez y que gusta de la fotografía, lo que hice fue guiarme por mi instinto: “Mejor no saco la cámara hasta ver que alguien la ande, y sólo hasta ver que alguien fotografíe algo, me daré a la discreción de intentar hacer lo mismo…” Y entre titubeos y apreciaciones de apenas algunas personas que solamente portaban sus cámaras al aire, acomodé la mía en posición nada insinuante, dando la apariencia de sólo estar colgada porque no tenía dónde meterla, esperanzado claro, a que no repararan en el hecho de que llevaba la mochila en los hombros.
Para mi sorpresa, me topé con un lugar cerca de lo que había imaginado; aunque debo admitir que mucho más urbanizado de lo que algunas fotos y revistas me habían mostrado y hecho pensar ya hace algunos años. Ciertamente el lugar es como un municipio más de aquí, con construcciones de dos plantas, teléfono, celulares y un aire ya no de tan pueblo. No me malinterpreten, lo poco que vi me extasió y quedé con ganas de regresar porque incluso con estos avances de la era moderna, no pierden la esencia de su cultura y tradiciones; y eso, mi hermano, es un gran alivio.
Entre cálculos empíricos recordé algunas fotos que hice antes denominadas “tomas de ombligo”; y las apliqué esta vez. La cámara en realidad estaba a mi costado izquierdo, y entre caminatas y paseos intentaba posicionarle en cierto ángulo para poder hacer las fotos sin necesidad de llevármela al rostro. Entre múltiples disparos (cuyos ruiditos inevitables en ciertas ocasiones alertaron mi sentido arácnido por estar muy cerca de los pobladores) las fotos fueron saliendo poco a poco. “Debes aprender a disparar un arma —me decía— De esa forma perfeccionarás tus ‘tiros’ y no tendrías necesidad de pegar el ojo al visor y podrías hacer tomas desde arriba, abajo, sobre tu rodilla, a tu costado, y con el nivel adecuado todavía…” Sin duda, esto me dejó pensando.
Avanzamos por la calle hasta cruzar con varios puestos que me recordaron la antigua plaza dominguera de Chazumba, y entre mares de gente que vendían desde equipos lectores de mp3 hasta “shutis” (ese caracol de río que tanta fama tiene por aquí al prepararse en caldo) llegamos al frente de la plaza principal, en el atrio en donde se encuentra el templo de San Juan. Había tanta gente por ser viernes santo que hasta los turistas se veían rodear la multitud frente al templo. Ni de chiste intentamos entrar, pero insisto, en que es muy interesante lo que acontece ahí adentro.
“Esta iglesia es la más espectacular que he visto en mi vida, dentro hay un sincretismo tal que no hay altar de Cristo (Cristo esta a la misma altura que el resto de santos y por debajo de San Juan Bautista), no hay bancos sino hojas de pino por el suelo. Los creyentes se tumban, encienden velas y rezan al estilo maya. Cada familia prende como cien velas en el suelo, éstas son de colores diversos y representan aspectos diversos de la vida cotidiana. Toman alcohol y Coca Cola y escupen encima del fuego de las velas para apagarlas, se restriegan huevos de gallina, se tocan y pasan por encima de las velas un gallo de color negro. Me quede sentado como tres horas, flipando de lo que veía. No hay fotos ya que esta prohibido y a alguno le han dado hasta en la madre por hacer alguna...” Foto y texto por: germeister
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Un niño nos explicó un poco de lo que pasa adentro, y ciertamente es otro mundo respecto al que hemos idealizado sobre los templos convencionales. Y el trato es directo, sin pelos en la lengua. Vi cómo un Chamula se acercó a un turista alto de piel blanca y cabello rubio; y sin miramientos ni ademanes de presentación, a señas (ya que ni se molestó en averiguar si hablaban el mismo idioma aunque fuera por pura casualidad) le dijo que se quitara el sombrero de inmediato, “en chinga”; y una vez interpretado esto, el Chamula se alejó sin problemas y dejando atrás cualquier mala interpretación o respuesta. Sin embargo, al otro hombre le quedó cierto rastro de sorpresa preocupante. Y cuando me acerqué a preguntar a un mayordomo (hombres que visten chamarra de piel blanca, porque los de negra son policías) sobre aquel hombre (Judas) de trapo colgado a la puerta de la iglesia, me contestó que al rato le iban a bajar y llevar a la cárcel, de ahí se le iba a quemar. Y luego de darme un resumen, sin más detalles, me hace seña de tener que irse; a lo que, con mucho respeto acepté y agradecí por su tiempo. En realidad, para ellos debe ser común y normal, somos nosotros los que estamos empeñados en perder el tiempo en protocolos y en hacer modales tan superficiales.
No estuvimos mucho tiempo, el poco que estuvimos observamos y me arriesgaba a fotografiar, aunque no tan bien encuadrado. Tenía yo entendido que no había problema con que tomes fotos a los exteriores del templo y autoridades externas, y que puedes tomar fotos a la gente en primer plano sólo con su consentimiento; simplemente no debes, por motivo alguno, tomar fotos dentro del templo. Hasta ahora eso lo he tenido asimilado, igual es un cliché o igual es una ley que permanece vigente; ya veremos las próximas veces que vaya, para familiarizarme más con este pueblo, aprender de su cultura, y ver hasta dónde puede llegar la cámara…
Con gusto, te comparto la galería:
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