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lunes, mayo 28, 2012

:: Mis primeros fotogramas ::



Instrumentos por aquí y por allá, después de deslizar un par de cortinas en forma contraria, fue lo que vi. Había estado esperando este momento, hace mucho quizá, quizá desde antes de gustarme la fotografía talvez. Botellas de químicos, pinzas colgadas, un matraz graduado, focos rojos, un tendedero, charolas ordenadas vacías que después fueron semi llenadas; todo estaba ahí, y los ojos me bailaban de aquí para allá mientras permanecíamos en la luz blanca antes de que fuera apagada y todo se viera bajo un manto suave rojizo y mis ojos se acostumbraran a la iluminación nueva dentro del cuarto oscuro. Pulsé la ampliadora luego de conocerle solamente por fotos, y apliqué ejercicios básicos de calibración y enfoque. ¡Ha sido toda una experiencia de lujo! Usé directamente un papel fotográfico y conseguí mi primer par de fotogramas.

Fotograma 1

Fotograma 2

Y aunque es apenas una leve introducción a todo este mundo del laboratorio de la fotografía en blanco y negro, me ha fascinado sobremanera ¡Sigamos mis valientes! Que apenas es el inicio…

viernes, mayo 25, 2012

:: En "Las Garzas", Suchiate ::

Las Garzas (07)

Domingo, 20 de mayo. De pronto, caminábamos en medio de un sendero plagado de matas de plátano —vaya Dios a saber si todos machos— a la izquierda y a la derecha, con frecuentes áreas llenas de bambúes verdes que altos sólo se reían de nuestra “chaparrez” y que de vez en cuando estructuraban área de descanso para los trabajadores o los viajantes; una cosa realmente práctica. ¿Habrían llegado éstos verdes delgados ahí así nada más o por mera obra del hombre? Y más adentro de los matorrales de bambú, durante todo el camino, estaba la tierra colorada que terminaba sumergiéndose de inmediato en el cauce del río Suchiate, cuyo color marrón (por las lluvias recientes, que por cierto, en dicha mañana amanecieron Tapachula) dividía la geografía y nos separaba del otro extremo, Guatemala; cuya naturaleza verde era muy parecida a la de nuestro lado, sólo que con un poco más de álamos y menos bambúes por algún motivo; y quizás con menos bayas azules, sí, azules…

Las Garzas (01)

Las Garzas (03)

Las Garzas (02)

No era extraño que se viera un poco más ancho y diferente el río, según los lugareños. En el 2005 el huracán “Stan” hizo de las suyas y era tanta el agua que arrastraba que se desbordó y ensanchó a tal grado de quedar finalmente reducido a su actual dimensión, sólo que movido, sí, en otro lugar —más para acá, para México—; cortando un poco del territorio nacional y provocando severas pérdidas para los campesinos y habitantes de este ejido nombrado como Miguel Alemán, en el municipio de Suchiate.

Las Garzas (05)

Las Garzas (06)

Las Garzas (09)

Sí, pues que según la ley, el límite geográfico entre México y Guatemala es estrictamente la línea del río Suchiate, luego entonces había que regirse por dónde pasaba, aunque ya no fuera el mismo lugar que antes, y aunque los agricultores perdieran partes de sus tierras a causa del desbordamiento, nueva ubicación, y forma del río. Pero talvez el Gobierno les ayudó un poco y les pagó algo de lo perdido, pero al río ¿Acaso alguien le dijo algo? “Pase usted don Suchiate, que al cabo se ha comprobado que ante estas situaciones de desastres naturales, lo mejor es apartarse lo más lejos posible y esperar a que pase usted sin mayor problema…

Las Garzas (12)

Las Garzas (10)

Las Garzas (11)

Y luego del sendero, y de sus variantes tonos verdes de vegetación; llegamos a “Las Garzas” o según el caso e información que pueda recibirse, a “Brisas del Suchiate”, lugar en donde desemboca el río para unirse con el Océano Pacífico y cuya fama resulta del advenimiento y convivencia de estas aves marinas blancas con el hombre. Habían pasado ya muchos años, algo era diferente. El marrón opacaba un poco la primera impresión pero era entendible que era por las lluvias. Los peces pequeños “cuatro ojos” (Anableps anableps) no dejaban de saltar cerca de la orilla, mientras más adentro los grandes (cerca de 25cm de largo) no cesaban en dar saltos enormes mostrando sus largas y curiosas anatomías.

Las Garzas (31)

Las Garzas (30)

Las Garzas (08)

Un grupo de pescadores amablemente nos preguntó si deseábamos pasar al otro lado, allá donde sobresalía una barra que de este lado tenía el agua tranquila de los manglares, y del otro se daba de topes con las olas del Pacífico. ¿Cómo negar tan inmejorable situación? Allá fuimos, a encontrarnos con los pescadores y con varias lanchas varadas en la arena. Al desembarcar le encontré cierto parecido con la Barra de San José; sólo que aquí, en “Las Garzas”, se tenía un par de cosas destacables: En primera, que a escasos metros, cruzando el estrecho entre ambas barras, ya estaba pisando suelo Guatemalteco. En segunda, aquí la mayoría de pescados eran robalos, cuyos tamaños y métodos de pesca diferían por mucho a lo que yo tenía por entendido. Vaya que fue toda una sorpresa…

Las Garzas (16)

Las Garzas (18)

Las Garzas (19)

—“Aquí estaba diferente pero lo del Stan cambió mucho el desembocadero. Hoy tenía quehacer en la casa pero mejor me vine aquí a estar ¡Cómo no traje mi sartén y mis cosas para preparar aquí algo de comer! La gente luego se pone aquí a preparar lo que ha pescado y come, así como el señor que vimos allá a la orilla del manglar. Casi a diario se viene y se pesca. Hay ocasiones en que nos quedamos toda la noche pescando y se pone bien bonito porque varios están aquí con sus redes y se quedan. Un robalo así como esos, vale como unos cuatrocientos, quinientos pesos quizás…” Y él llevaba seis ya, iniciando la pesca a las once de la mañana y dejando la barra a las cinco de la tarde.

Las Garzas (33)

Las Garzas (35)

Las Garzas (36)

¿Y qué ha pasado con las garzas? Durante la tarde no hubo muchas en realidad, si acaso pudimos ver un grupo de 15 de ellas en un extremo de la barra del lado Guatemalteco. Ha cambiado, supongo; pero sí las hay. Y de vez en cuando se desprendían de la agrupación para trazar sus líneas de vuelo cerca de la parvada, o en raras ocasiones lejos, no tanto, pero lejos.

Las Garzas (15)

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Las Garzas (26)

Al no poder estar frente al mar vivo, sea por lo bravo, sea por lo marrón, o sea ya porque había pescadores; caminamos por este lado de la barra y nos quedamos junto a un tronco varado en el agua tranquila, también ella de color marrón, y fresca a cada cierto tiempo, cuando la marea subía y las olas lograban entrar por el estrecho y enviarnos unas corrientes recién formadas, para variar. Y entre el paisaje y la fauna, presenciamos una tarde de domingo al compás de lanchas que iban y venían, pescadores que a pie cargaban sus redes o la cosecha recién arrebatada al mar, y el son del oleaje que apenas dejaba escuchar la sinfonía de muy pocos motores atravesando su cuerpo.

Las Garzas (25)

Las Garzas (23)

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La amabilidad de las personas determina la curiosidad de conocerles cada vez más; no en pocas ocasiones pude ver la cortesía que se nos brindaba a nosotros, los recién llegados, por parte de los lugareños. Los pescadores, los viajeros en lancha y todo aquel que al paso nos encontraba, amablemente ofrecía un saludo y una ayuda en lo que pudiese necesitarse: Unos jóvenes posaron para la cámara sin pena ni recelo, un caminante me ayudó a incitar a un cangrejo a abandonar su guarida para poder tomarle fotos (y una vez obtenida la misión, se retiró alegremente), la pescadora y sus compañeros nos ayudaron a ir de principio a la barra, varios pescadores nos mostraron sus ejemplares obtenidos e incluso bromeaban sobre hacerse un retrato con su cosecha, un niño se ofreció a mostrarnos la dimensión de uno de los robalos; y para nuestro regreso, “Don Lalo”, hombre ya con historia de vida de pescador en estas aguas bajo la hermandad de las olas y conocido por todos al parecer, nos brindó un lugar en su lancha y nos devolvió a la orilla, allá en donde empezamos a conocer este lugar. Y luego de despedirnos, regresábamos al pueblo; y ellos, a la mar…

Las Garzas (32)

Y así, el día iba terminando...

Con gusto, les comparto la galería:

miércoles, mayo 16, 2012

:: A clases de fotografía ::

Feel the power of FM10 & 50mm

Pues dejé la universidad, así, al grano. No me llenó lo suficiente, en lugar de aumentar mi pasión por aprender, disminuyó mi aprecio por las instituciones escolares; es un horror cómo te amputan el espíritu poco a poco. Como sea, no todo está del nabo. Preferí destinar el dinero en algo mucho mejor: Clases de fotografía. ¡Ha sido una pasada de lo más emocionante! Ayer fue mi primera clase, mañana, la segunda; y así los venideros martes y jueves.

Se enfocará de entrada a la evolución de la fotografía, desde sus inicios y técnicas, desde el toque artesanal que permitía parir fotos con las manos y sobre las anécdotas tan excelsas a través del tiempo y cómo fue adaptándose a lo largo de la historia. Eso quería yo: Aprender a la vieja escuela, divertirme errando al intentar hacer fotos en blanco y negro a la antigua usanza, sentir el húmedo y químico toque de un cuarto oscuro y ver poco a poco mi mejoría con el tiempo mientras aprendo de uno de los mejores, y experimentar, siempre experimentar; sentir de lleno la pasión por la fotografía y plasmarla en un papel, o morir en el intento.

Emoción es lo que me describe ahora, estoy ante una representante del arte que, sí lo admito, me ha enamorado pese a que hay una enormidad de cosas de las que aún ni idea tengo, pero no importa, ya habrá tiempo de saberlas. He sucumbido ante sus encantos, y deseo descifrar y entender sus secretos, desentrañar sus misterios, develar sus historias, y mientras esto ocurre, seguir, seguir y seguir aprendiendo más de ella...

Un paso a la vez, Sancho. Vamos lento pero seguro. Mantén tu ánimo, que se avecinan grandes cosas por aprender, y no necesariamente en un día… Ya tendrás toda tu vida para ello...

Mayo 13, 2012 (15)

¿Por qué?
—¿Por qué no?

martes, mayo 15, 2012

:: Macrofotografía en Miguel Hidalgo::

Mayo 13, 2012 (07)

Bitácora del mochiviajero de Mayo 13, 2012: Nublado amaneció el día, y así permaneció durante casi toda su duración. El clima era perfecto, la motivación la adecuada y el destino ideal: Iríamos a Tuxtla Chico para encontrarnos con quien sería nuestro guía en esta ocasión: Carlos Casillas, ya conocido de mucho tiempo atrás de Sai Kun y quien nos esperó pacientemente en el kiosco del parque. Destino: Indeterminado con exactitud. Con anterioridad se habían puesto en complicidad Sai y Carlos para formular el crimen perfecto: Deambular en un poblado llamado Miguel Hidalgo en las colindancias con Tuxtla Chico para apreciar el entorno y ejercitar los pies y los ojos y ¿Por qué no? El espíritu en medio de esas zonas en donde sólo oyes tu propio sonido y en donde todo es verde.

Mayo 13, 2012 (03)

Iniciamos la caminata hacia el poblado, y luego de platicar sobre muchas cosas y pasar al lado de un terreno lleno de árboles de hule, pude conocer un ave bastante rara e imposible para mí en este viaje de fotografiar (pero llegará la ocasión, ¡Cómo jijos no!). Su bella particularidad además de los colores variados (azul, verde, rojo y algo de amarillo oscuro) radica en su cola: Después de la cola emplumada convencional de toda ave voladora, se prolongaba lo que parecía ser una fitopluma o bien, un plumón pero con un raquis bastante largo. Nunca había visto algo similar. Imaginen mi sorpresa y fascinación de experimentarlo.

Mayo 13, 2012 (05)

Caminamos por senderos carreteros, cruzamos puentes, conversamos de temas muy interesantes de cierto toque polémico respecto al lugar y la serie de eventos misteriosos que encierran sus terrenos, desde apariciones fantasmales hasta descubrimientos milenarios en potencia; toda una gozada de caminata. Luego de adentrarnos por veredas, llegamos al río y nos sumergimos en sus aguas.

Mayo 13, 2012 (04)

Pero, debo aclararles, que ya de regreso, con el cuerpo un poco cansado y con la humedad en la piel, fuimos sorprendidos por cientos de ojos diminutos incrustados en cuerpecillos coloridos que resguardaban y protegían el bosque y los altos y medianos pastos de color verde vivo. Sin duda, encontrarnos con esta “insectopía” -dijera Nahiely- fue lo mejor del mochiviaje; y, dispensen ustedes la variedad tan limitada de ejemplares capturados en fotos, es que no sabíamos que nos veríamos invirtiendo mucho tiempo con algo tan pequeño y tan bello, además de que la tarde iba cayéndonos encima avisándonos de la pronta oscuridad.

Mayo 13, 2012 (01)

Mayo 13, 2012 (09)

Mayo 13, 2012 (11)

Mayo 13, 2012 (12)

Mayo 13, 2012 (14)

Mayo 13, 2012 (15)

Pero... ¡Alégrense viajeros! Que esto es sólo una muestra de toda una variedad extensa y exquisita de vida en miniatura, de insectos tan coloridos como sorprendentemente inquietos (que han entrado ya en mis proyectos para fotografiar), de todo un mundo maravilloso que sólo puede ser apreciado con la magia y precisión de la macrofotografía…

Mayo 13, 2012 (13)

A Carlos, por ser un anfitrión admirable.

Puedes también ver la pespectiva de Sai en este mochiviaje...

Con gusto, les comparto la galería:

sábado, mayo 12, 2012

:: En Catay Maya ::

Catay Maya (01)

Y a manera de introducción, para empezar, una referencia sacada de la propia web de este lugar:

“Catay Maya es un excelente concepto de diversión ubicado a 10km de Tapachula, donde padres e hijos tendrán la oportunidad de conocer los procesos agropecuarios y el origen de los alimentos que se consumen en la zona. Con sus más de 125 hectáreas, Catay Maya se ubica en el poblado San Agustín Jitotol, al margen del Río Cahúay en las faldas del volcán Tacaná. Los terrenos del club son ideales para realizar actividades en un entorno de exuberante vegetación.

Catay Maya (04)

En este lugar podrás encontrar un hermoso río en el que podrás bañarte, así como innumerables atractivos naturales, como el habitante mas viejo de este lugar: El árbol de Huanacaxtle que mide 35 metros de alto y tiene una edad aproximada de 120 años, también podrás encontrar hermosos paisajes al ir al recorrido del mirador, pero si te gustan las emociones fuertes te encontrarás con los tirolumpios, que te darán un buen rato de adrenalina.

Catay Maya (06)

Otro de nuestros servicios es el paseo guiado en cuatrimoto, así como el paseo a caballo, en el primero podrás experimentar la emoción de la velocidad, mientras que en el segundo observarás el hermoso paisaje que Catay Maya te ofrece, y lo mejor de todo es que no necesitas experiencia, puesto que siempre estarás acompañado de alguno de nuestros animadores.”

Catay Maya (50)

Parte de este concepto pude degustar hace un par de semanas (Abril 28), cuando me aventuré a conocer por primera vez este club de aventura. El viaje supuso un recorrido algo familiar, ya que en gran parte es de principio la misma ruta que puede tomarse para ir a la cascada de la sirena, o bien para llegar al mariposario. Con un par de desvíos adicionales, la forma de llegar a Catay Maya puede ser fácil de interpretar en base al croquis que deambula por la red:

Catay Maya (01)

Catay Maya (44)

Entrar al club es encontrarte con un conjunto construido con apariencia de una finca, si no es que lo es en realidad y no me he dado cuenta. Y camino rumbo al restaurante es que puedes apreciar algunos de los atractivos del lugar; yo me animé a probar el tirolumpio. Si es que algún día deseo ser un fotógrafo extremo y poder escalar montañas, acantilados y formaciones rocosas irregulares, este es un buen ejercicio para irle tomando gusto a lo inusual; y aunque no parezca mucho el vértigo que puedes experimentar, no está de más darle a tu red nerviosa un poco de emoción ligera. Poco a poquito Sancho, poco a poquito.

Catay Maya (02)

Hay no sé cuántos recorridos y actividades por realizar, yo sólo hice dos; ambos fueron recorridos por el río. Uno río adentro, disfrutando de las pozas y cascadas, y el otro río abajo, en una parte tranquila adecuada para nadar y caminar sobre un fondo arenoso con casi nada de piedras, contrario a la primera versión de los recorridos. El club parece un poco descuidado y carente de atención, no vi muchos visitantes por este lugar el día que fuimos. Por un lado me parece conveniente para disfrutar todo lo que hay de manera personal y privada; aunque por otro lado, estos tipos de lugares deberían ser de las principales difusiones en la ciudad, y las personas deberían disfrutarlas y publicitarlas para poder valorar más lo que se tiene a la mano.

Catay Maya (13)

Catay Maya (19)

Catay Maya (22)

Pero ya, dejemos a un lado la crítica social y adentrémonos en el recorrido que nos lleva por las magníficas entrañas de una zona, por decirlo de una manera, amazónica. Uno pensaría en ciertas circunstancias que ver un río, cascadas y pozas ya con anterioridad, podría convertir a las nuevas experiencias similares en algo aburrido y familiarizado. Sin embargo, la apreciación de nuevas formas y paisajes acuáticos hacen que te tragues tus palabras con bastante alegría. Los adentros de la selva, que pisas cerca de veinte minutos después de iniciado el primer recorrido, cubren tu paso y te separan de la vista abierta de hace poco.

Catay Maya (23)

Catay Maya (24)

Catay Maya (25)

Aún no te das cuenta pero vas cayendo en su trampa, en su agujero verde en forma de alta vegetación vacilante por el camino de tinta de agua transparente que forma grietas en el suelo, y que en son de paz forma pozas lo suficientemente grandes para invertir tiempo y apreciación en cada una de ellas. Y te quedas pasmado, bajo esa penumbra ligeramente iluminada por el Sol en la que se filtran los verdes claros de las copas de esos delgados árboles altos.

Catay Maya (26)

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Las formas rocosas que abrazan los cuerpos de agua también tienen protagónico ¿Cuándo habías visto un musgo tan verde y coqueto que sin intención alguna ha robado tu pensamiento con su encanto? ¿Cuándo la tosca piel de la roca semi arcillosa había sido tan deslumbrante si no fuera por la transparencia del agua que la cubre? No más preguntas, señor Juez, que mi punto ya ha sido marcado.

Catay Maya (33)

Catay Maya (36)

Catay Maya (41)

Catay Maya (42)

En teoría, son como cuatro lugares estratégicos del río para hacer paradas y bañarte en estas corrientes rápidas y frías; no sé si tengan nombre o no sé si se me ha olvidado; lo que sí sé es que cada punto vale la pena de disfrutarlo, hay variedad de paisajes, y eso que todos pertenecen al mismo río dentro de la misma zona. Poco a poco el recorrido debe avanzar, y los guías (o animadores, según quieras nombrarlos) se encargan de explicarte y ponerte al tanto del trayecto a la vez que te muestran las curiosidades de cada punto de estadía. Esto es lo que se conoce como uno de los varios recorridos.

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Catay Maya (35)

Catay Maya (46)

Otro recorrido se basa también en visitar el río pero en una zona menos pantanosa, menos extrema y menos cubierta por el verde y la sombra de los árboles, aunque aún protegida por grandes alrededores de vegetación exuberante y a la tutela del manto nubloso del cielo. En esta parte es en donde se goza de más extensión de agua a la redonda para nadar y sumergirse en aguas tranquilas o para caminar y cruzarlo sin temor a piedras puntiagudas ya que en su mayoría el suelo es arenoso, posee también una o dos pozas hondas pero carece de cascadas; el paisaje del agua tranquila provee de un espejo natural que derrite las emociones y las funde con el atardecer, un deleite visual que tampoco querrás perderte.

Catay Maya (47)

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Al regresar, aún ignoraba un poco sobre los otros recorridos, recorridos que sin duda tendré que tomar en mi regreso a este magnífico lugar, porque eso sí, dado que no te alcanza el tiempo para disfrutarlo todo en un solo día, es tarea obligada reprogramar una nueva visita para disfrutar de las bondades de Catay Maya ¿Apoco no?...

Catay Maya (43)

Con gusto, te comparto la galería:
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