:: En el MUREH: Huajuapan, Oax. ::

02 de enero de 2013. MUREH significa MUseo REgional de Huajuapan, ahora ya lo sabéis. Si te das una vuelta por el centro de esta heroica ciudad no es tan complicado poder entrar en él. Tan sólo debes ubicarte en donde está la catedral (atento, que antes de seguir querrás entrar a conocer la belleza de esta noble construcción que data del siglo XVII), te pones frente a ella, le tomas cientos de fotografías y sigues el callejón a mano izquierda, que te conducirá a una calle que pocas cuadras después te pondrá ante la entrada del museo.
 

Fundado el 19 de enero de 1999, es uno de los centros más importantes para la difusión y preservación tanto de la arqueología, etnografía e historia de la cultura mixteca y de los vestigios históricos y culturales de la ciudad. Está hecho de adobe, ladrillo y teja; aquí se resguardan los vestigios de nuestra cultura ancestral, mismos que se han encontrado en la Zona Arqueológica de las Minas (perdonad, no me he dado el tiempo para recorrer suficientemente esta bella ciudad, y en serio que lo lamento), además de ser centro de diferentes cursos, talleres, exposiciones y conferencias.

Para esta fecha, en la primera sala se encontraba una exposición de mixocolografía (una variación del grabado que tradicionalmente se imprime en papel, pero que en esta técnica se imprime en tela. Para ver más, puedes ver la obra del maestro Miguel Alvarado) compuesta por varias obras de alumnos y maestros, en donde daban presencia cuadros con escenas bastante surrealistas y grotescas, pero que de igual forma poseían atracción.

Interesante, diría yo, que no puedo presumir de ser un gran conocedor del arte pictórico, ni mucho menos; más cuando estoy frente a un estilo del que me enterado ese mismo instante y del que no tengo antecedentes conocidos, ni para poder saberle, o siquiera pronunciarlo. Pero algo es cierto, no es necesario tener grandes virtudes en el conocimiento de las artes visuales, porque hasta cierto punto, se deja de lado cuando se concluye que esto se ha creado para disfrutarlo en la medida que uno pueda, y ya.

La siguiente sala, de arqueología, me recordó lo que ví en el Museo del Valle de Tehuacán: Vestigios arqueológicos de los pobladores de hace un chorro de tiempo, estampas que guardan un poco de aquellas historias que determinan cómo fue que en esta zona, para algunos una bastante desértica, pudo florecer el sedentarismo y dar origen poco a poco a la ciudad que hoy se ha asentado luego de mucho tiempo y que ha conservado tan bien sus raíces; no por nada “ñudee” (nombre Mixteca de Huajuapan) significa “Lugar de valientes”; sí, esos mismos que eran originarios del sitio de Santa Teresa (2km al sur) y que fundaron la población a partir del año 400 al 250 A.C.

Se pueden encontrar varios aspectos materializados, desde piedras enormes grabadas, vasijas de barro o de cerámica, pinturas rupestres, herramientas, recipientes ceremoniales, máscaras, fotos de los lugares donde se ha encontrado todo esto (que ya he dicho que mayormente provienen del Cerro de las Minas), instrumentos musicales, armas, representaciones de Dioses, catálogos de animales y sistemas numéricos, y hasta estelas de buen tamaño y peso que mantienen impregnados mensajes o diseños del registro de acontecimientos, o en algunos casos, adornos arquitectónicos que cubrían las fachadas de los templos y casas primordiales mientras la población se mantenía, crecía y desarrollaba con el avance de los métodos de agricultura, vivienda, alimentación y ornamentación de la vestimenta. Y sabemos, que no es poca cosa llegar a ser el centro económico, político y cultural de un área con un radio de 15km, y soportando una población de aproximadamente 2,000 habitantes allá desde el año 250 al 800 D.C.

Porque a medida del paso del tiempo, se fueron adoptando e inculcando los sistemas que llegaron a perpetuarse en el concepto vulgar de lo que tenemos entendido como lo indígena, es decir: Las tradiciones, los mitos de los dioses, la vestimenta propia de la zona, los productos alimenticios autóctonos que se convirtieron en representativos y fundamentales de la dieta de la zona, así como las artesanías y los sistemas de agricultura y ganadería, de sociedad, de economía y hasta de religión; todo ello, para ir dando pie a lo que vendría siendo el florecimiento de esta ciudad desde las raíces de aquellos primeros pobladores que se encargaron de dejar una enorme y bien grabada huella bajo este suelo blanco y rojizo de este lado de Oaxaca, por lo menos hasta lueguito de los años 800 D.C. que es cuando la ciudad empezaba a declinar por ser subyugados por un imperio vecino, para nuevamente levantarse en el año de 1525, en que la ciudad fue fundada en el valle. Fue entonces que se le dio el nombre proveniente de los vocablos nahuas: “huaxin” = huaje, “ohtli” = camino, y “apan” = río. Por ello, puede traducirse como “Río de los huajes”, o en simple náhuatl “Guaxoapan”: “Lugar o tierra de Huajes junto al río”.

Por otro lado, en la sala de historia, se expone el crecimiento de Huajuapan de un tiempo más reciente para acá (digamos, desde la segunda década de 1800). De tiempos aquellos revolucionarios en que venían cambios radicales en la ciudad; y se presentan de forma evolutiva de manera que uno puede darse idea de los factores que identifican a esta noble ciudad como lo que es, una que busca convertirse en el mayor polo cultural dentro de la Región Mixteca.

Cuna del “Jarabe mixteco” (cuya importancia es tal que representa a Huajuapan en el festival de la “Guelaguetza”) y de la “CanciónMixteca” (que puede ser considerada como el himno de facto de la ciudad), Huajuapan encierra otros factores que le dan un toque mágico, que no ha perdido pese a que ha crecido por ser punto de cruce entre Oaxaca y Puebla. Por ejemplo: Las fiestas donde se exhiben los “matachines” (figuras de personajes en particular elaboradas a base de cartón), o la celebración del Señor de los Corazones, cuando las calles del centro histórico y las aledañas son cubiertas por alfombras de aserrín.

Y por supuesto, la tradicional matanza de borregos y chivos cebados, que desde hace varios siglos, año con año, por los meses de octubre y noviembre se lleva a cabo en el matadero de Santa María ó el de Vista Hermosa y que es considerada una tradición por su antigüedad y representatividad, además de todo lo que implica el proceso, puesto que los animales son llevados por todas las montañas desde la costa hasta las ciudades de Huajuapan y Tehuacán, para que mediante la absorción en su comida de especies naturales los animales engorden y le den sabor a su carne tierna y rica en propiedades de sabor y posteriormente en el sazón por el gusto de los platillos que se hacen con estos.

Y esto, por mencionar dos o tres cosas que apenas la retentiva ha podido devolver; pero que forman parte de más aspectos y detalles que hablan silentes de lo que ha venido siendo el desarrollo de Huajuapan desde tiempos tan lejanos, que sólo el MUREH puede hacer hablar con tanta poesía… ¿O no "matachines"?



Con gusto, te comparto la galería: