Domingo, 24 de marzo. La primera parada desde que
salimos desde Tecomaxtlahuaca fue justo en la carretera dentro del territorio
del municipio de Santo Domingo Tonalá (sí,
como que es bastante común que los nombres de los municipios de por acá sean
todos santos) -a menos de una hora de Huajuapan de León-; cabe recalcar que
no es nada más una parada carretera espectacular en donde se pueden hacer tomas
elegantes; no, es mucho más que eso, tan así que a la distancia de unos 300
metros pareciera “desde lejos” que ves una escena muy parecida a la del Cañón
del Sumidero en Chiapas; pero un golpeteo de memoria te hace regresar y
comprobar que no, que estás en Oaxaca.
El cañón es un gran tesoro natural que ha sido formado por la gracia y nobleza del cerro Itoque y las montañas de la Sierra Madre del Sur (Anda hombre, que sí tuve que Googlearlo pues), en dicho cañón cruza el “Río Salado” de cerca de 5 km de longitud y que aún conserva su transparencia cristalina además de contar con un andador de más de dos kilómetros (Sí, más de 2,000 metros) en cuyo trayecto se pueden observar las maravillas de la naturaleza: Desde cuevas y peñas (con pinturas rupestres, como la “cueva de las flores”) que sirven de refugio a la diversa fauna silvestre (No me crean pero rumores apuntan a un gato montés, entre varias especies más), hasta la vegetación que adorna a esas rocas con figuras que tu imaginación se encargará de realzar a medida que te inmiscúes en las entrañas de esta maravillosa reserva de la biosfera, sin mencionar tanto, el hecho de que puedes ver paredes de más de 300 metros de altura.
¿No te es suficiente? Bueno, tengo entendido (lamentablemente no puedo asegurarlo aún) que también, en el municipio, existen unas ruinas arqueológicas del antiguo pueblo de Tonalá que data del año 1470, marcado (¡y sigo sin poder comprobarlo, hombre!) en el códice Maxtlalcit de la región de la Mixteca baja. Uno no se imagina que en otros tiempos fue un importante centro comercial y el pueblo principal de la Mixteca Baja. Creo que ya con esto, se antoja bastante ir.
Tener brevemente frente a mi insignificante presencia esta pequeña grieta, fue un impacto total para la vista y a la curiosidad; sobre todo porque es de fácil acceso y parece ser que permiten incluso acampar; y el recorrido seguramente da para estar días enteros conociendo y descubriendo cosas increíbles, cosas que seguramente no imaginamos ver, oler, o escuchar….
... Pero camina, y sube al taxi, que el Sol quema y aún no llegamos...
Con gusto, te comparto la galería:
2 comentarios:
Hola Eduardo, gracias por la fotos y la información, mañana voy a ir al boquerón y me estuve informando. Me gustaría agregar que el lugar, es además, un buen sitio para ver a una planta insectívora, llamada Pinguicula, eso le agrega atractivo al sitio, hay gente que va al lugar sólo para ver la plantita carnívora. Saludos!
Luis: No sabía sobre ello, gracias por complementar esta entrada; espero poder ir pronto a conocer la planta :)
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