Sábado, 23 de marzo de 2013. El hermano mayor del pueblo al
que tenía en mira para este viaje, es Juxtlahuaca. Parecidos en geografía y en
nombre con Tecomaxtlahuaca, comparten algo más que sus raíces etimológicas (náhualt: "Xiuxtlahuaca" proviene de los vocablos
Xiuxtla -valle- y Huaca -viento o lugar-, significando "Valle del viento") para
poder guardar mutua cercanía, de manera que es difícil identificar en qué
momento puede uno desprenderse del otro (a menos que te vayas en dirección al Sur o al Oeste desde Juxtlahuaca y en pocas horas te topes con el estado de Guerrero); luego entonces, se ve que poco a poco la cercanía ha
sido tan literal que apenas unos cuantos metros los separa entre sí. No estuve mucho tiempo en
Juxtlahuaca, no como habría querido una vez ya informado de los encantos que
tiene muy bien guardaditos, pero que pueden ser rastreados fácilmente yendo a
las fuentes adecuadas. En fin, esto amerita que la próxima vez ponga más
atención y planee mejor las cosas para poder conocer esos rincones mágicos.
Sin embargo, pude conocer un
poco de este lugar; era un día antes al domingo (de ramos),
día de actividad en la iglesia que recibía a unos estudiantes universitarios
provenientes me parece, de otro estado de la república; día cercano al de mercado, en que
varias personas acuden a vender su productos como flores, vegetales, alimentos,
y artesanías casi en su totalidad compuesta por tejidos de lana; ahí, en tales
circunstancias, es donde se puede ver que es habitual que bajen al pueblo las
comunidades cercanas aún con raíces indígenas; me parece que aquí en Juxtlahuca
la de más presencia son los triquis.
Mientras, los pies nos llevaban
por el interior del pueblo, conociendo su estética diurna, andando por calles,
el parque, el mercado y pasillos tas pasillos hasta toparnos con un taxi que
nos dio un paseo por los alrededores de aquí. No sería nada extraño para ti,
una vez que has conocido la distribución poblacional de Oaxaca, el encontrarte
pequeños pueblos a minutos de distancia unos de otros, y ver lo
increíble: Cada uno invariablemente tiene su iglesia alzada, ese símbolo de la
fe que no conoce estadísticas de densidad de población que le afecten.
Y cuando cayó el apetito, regresamos
a Juxtlahuaca y fuimos a comer a un restaurante; yo degusté una milanesa con
papas… Y una vez llenos, volvimos a pueblo hermano menor, para planear la
travesía rumbo a Chazumba al día siguiente. Yo pensaba al principio que sería sólo cosa de abordar y
de viajar unas horas sin escalas para luego llegar… Pero estaba muy equivocado…
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