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martes, septiembre 30, 2014

:: En las escolleras ::



Domingo, 30 de Marzo de 2014. Tenía ya bastante tiempo que no nos organizábamos para una pequeña salida;  así que de repente pudimos concretar una pequeña visita a la playa. Íbamos Sai Kun, Sam, unas amigas de ellos, Nahiely, el pequeño Dylan y yo. Cuando llegamos a Puerto San Benito decidimos ir a las escolleras (topando la carretera con el puerto, hacia el este) ya que tenía tiempo que algunos de nosotros no le visitaba, ni siquiera en años, como por ejemplo, yo.

A bordo de triciclos, nos dirigimos hacia esa parte característica del mar, que destaca por sus tranquilas y poco profundas aguas, carecientes de olas propiamente dichas y que goza (ahora, luego de varios años) de una vista extraordinaria hacia las instalaciones de Puerto Chiapas y que abarca un gran atractivo tanto turístico como visual.

Escolleras (02)




Llegamos antes de las 06:00 p.m. a tiempo para descender de los triciclos y caminar un poco a mano derecha, hacia una zona pavimentada que conecta con una entrada directa al mar: Un área de empedrado y arena que difiere precisamente por las enormes piedras, de la otra área de las escolleras que es playa y mar tranquilo al mismo tiempo.

Justo a tiempo para observar la puesta de Sol, bajamos por el empedrado hasta llegar a la playa. Si la parte principal de las escolleras es de categoría calmada, puede decirse que esta parte donde estábamos es de categoría intermedia, ya que tiene también niveles bajísimos de profundidad de agua pero sí se tiene oportunidad de gozar de pequeñas olas que no son tan golpeadoras como las de San Benito (que son capaces de regalarte una buena revolcada tanto como te descuides como si no).






Es un escenario estupendo, y yo no lo conocía. Las puestas de Sol son diferentes en una manera muy especial, su colorido pareciera más intenso, más rosa, más arrebolado. La intensidad moderada de las olas al llegar hace que pienses que estás viviendo un poco en cámara lenta, más si hasta hace poco estabas acostumbrado sólo a ver el golpeteo brusco, intenso y salvaje de aquellas olas de San Benito. Aquí es diferente, es como si por cada ola que llega se notara más tiempo el rastro sedoso que deja atrás, y a lo lejos el vaivén del agua fuera mucho más lento y artístico que en otras playas que conoces. Es un poco más espiritual, con más conexión a lo etéreo y con menos ruido de fondo.






Dentro de los paisajes de la nobleza de la naturaleza, es el cuadro perfecto del atardecer: Azules combinando con morado y rosas, rojos esporádicos, aguamarinas oscuros; todo ello repartido entre la playa, el cielo, las nubes, el agua, la arena y ese faro que también desde hace años no veía ni recordaba…






Ya para casi el anochecer, regresábamos por donde entramos; pero en la playa principal de las escolleras (ahí donde está el muelle donde suelen pescar los visitantes) se disfrutaba un paisaje oscuro lleno de luces del puerto; nos detuvimos a contemplarlo, y cuando ya caímos en cuenta que se llegaba la hora límite del servicio de transporte público, tuvimos que regresar a Tapachula…



Con gusto, te comparto la galería:
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