Lacho había llegado al Distrito Federal a visitar a su hijo, al menos creo que así era la historia. Llegó a la Terminal de autobuses muy temprano; era de los hombres que en cuanto veía que el autobús se acercaba al andén se levantaba de prisa de su asiento y empezaba a bajar las maletas acomodadas en la parte de arriba para esperar que la puerta se abriera y poder bajar primero que todos, y así lo hizo. Bajó del autobús y caminó rápidamente (Así caminaba, santo cielo, con una prisa…) hacia el exterior de la Terminal a buscar un taxi.
Se detuvo cerca de la zona en que suelen detenerse los taxis a esperar alguno que no estuviera ocupado; desconozco cómo eran los taxis en aquel tiempo…
Después de un rato, vió un vehículo que no estaba abordado, y observó que el conductor estaba muy tranquilo, talvez esperando “pasaje”. Así que, con esta actitud de seguridad y confianza en sí mismo, Lacho abrió la puerta del copiloto y entró. Su facilidad de entablar conversación, a pesar de la curiosidad del conductor, le permitió fabricar un contexto más o menos así:
—Gracias, buenos días señor.
—Buenos días.
—A esta dirección por favor.
El conductor tardó un poco en reaccionar, pero le dijo:
—Sí, está bien.
Durante el trayecto platicaron sobre la ciudad, las rutas, los cambios recientes de aquellos años; así se la pasaron un buen rato hasta llegar al destino. Llegando a la dirección sucedió lo siguiente:
—Aquí es señor... -Dijo el conductor-.
—Muchas gracias mi amigo ¿Cuánto le debo?
—Nada señor.
—Pero… ¿Por qué?
—Es que éste no es un taxi…
Lacho se quedó un poco sorprendido de la situación y trató de pedir una disculpa al conductor, pero éste -sonriendo y sin mostrar enojo- le dijo que no había algún problema y que por favor no de sintiera avergonzado…
La cosa es… ¿Por qué desde el principio no le habrá dicho ésta persona a Lacho que no era un taxi? ¿Cómo habrá sido tal auto, que Lacho lo confundió con uno?
Jejeje… Una anécdota digna de contarse…
A usted… ¿Le ha ocurrido algo similar?