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sábado, marzo 25, 2017

:: Otro atardecer en Playa Linda ::

Playa Linda 24-03-2017 (01)

Viernes, 24 de Marzo de 2017. El reflejo solar en forma de abanico invertido se abría y cerraba continuamente en el cuerpo de la marea, juguetona; saludando quizá o despidiéndose, mientras la arena ya no forcejeaba con los pies pues ahora estaba fresca, como brisa sólida arraigada al suelo; y el Sol ya no más lastimaba al verle directamente, por fin cedía un rato, quizá su vanidad mostrada durante del día sucumbió un poco y se dejó ver desnudo apenas unos minutos antes de partir...

Playa Linda 24-03-2017 (02)

Playa Linda 24-03-2017 (03)

Playa Linda 24-03-2017 (04)

Me gustan los atardeceres, y me aterra y emociona pensar en calcular la cantidad de diferentes atardeceres que han existido (y que han sido vistos por alguien, si no, sería un tremendo caos): Imagina las progresivas caras que tiene en un día, multiplicado por cada lugar desde donde pueda ser observado, y a su vez por la manera en que cada persona pueda interpretarlo, y nuevamente por 365 para tener un aproximado hipotético al año, y esto por 200,000 años que es, según, el tiempo de antigüedad del Homo Sapiens...

Playa Linda 24-03-2017 (05)

Playa Linda 24-03-2017 (06)

Playa Linda 24-03-2017 (07)

Y quizá obtengamos una cifra o algo y pueda escribirse sobre el papel... Pero me da flojera hacer la operación porque hay otra variables que no he visto aún relacionadas a este ejercicio... Mejor sigo deleitándome con estos hermosos paisajes, porque si algo es bien sabido, es: Que el tiempo no se detiene...

Playa Linda 24-03-2017 (08)

Playa Linda 24-03-2017 (09)

A menos, quizás, que lo atrapes en una fotografía...

Playa Linda 24-03-2017 (10)

domingo, marzo 19, 2017

:: De la Pampa a la Boca Barra ::

Barra San José (01)

Viernes, 10 de marzo de 2017. Tuvimos que conducir una hora aproximadamente para poder llegar a ese punto de Mazatán conocido como la Barra de San José, y una vez ahí, en la casa del señor que nos rentó la lancha, aseguramos que llevábamos lo necesario para la travesía; pues una vez abordo y zarpando desde un acceso que se abría por entre el mangle, no había vuelta atrás. hubo un par de cosas que se olvidaron subir y otras más en llevar, pero en general todo estaba ya listo. Por fin, luego de una espera de un par de meses -quizás más- de pláticas con Hugo, entre que se concreta y no dicho viaje, estábamos empujando la lancha hacia el interior del estuario sin itinerario concreto, sólo con una idea en la mente: Disfrutar de la aventura.

Barra San José (02)

Barra San José (05)

Barra San José (06)

Carlos, nuestro guía y pescador experimentado, era el comandante de la pequeña embarcación. Nos fue enseñando y contado historias y curiosidades a medida que abandonábamos tierra firme y nos acercábamos a lo que localmente se le llama "la pampa", que es el cuerpo de agua dentro de la zona de manglares que en algún momento llega a fundirse con el mar. Y poco a poco, mientras avanzábamos hacia el centro del manto, se vislumbraba a espaldas de la lancha el dorado del ocaso por venir; era una magnífica hora para estar ahí (aunque quién sabe si lo era también para iniciar la actividad de pesca, pero eso no nos preocupaba tanto porque al final esa no era la meta) y admirar el gradual hundimiento del Sol en el horizonte.

Barra San José (07)

Barra San José (09)

Barra San José (11)

Era como navegar en una mezcla de oro líquido y mercurio aderezados con ópalos que formaban un espejo sin fin que no hacía más que reflejarlo todo; era como si la tarde nos dijera: "Anden, que al final del día siendo breve dicho momento, el espectáculo siempre se disfruta al doble... Aquí en la tierra y allá en el cielo". Ciertamente así era, aunque el reflejo a nuestro nivel carecía de calma, pues todo se movía inmerso en la infinita danza eterna del agua inquieta...

Barra San José (13)

Barra San José (15)

Barra San José (17)

Hallamos un punto dónde detenernos para tirar los anzuelos y procurar pescar, pero más que una actividad de recolección, era un momento puramente contemplativo donde el sonido del motor callaba y dejaba hablar a la naturaleza en una especie de diversos mantras que nos brindaban calma y gratitud. Carlos, por su parte, tiró unas cuantas veces la red y obtuvo más éxito que nosotros al pescar unos ejemplares; pero como he dicho, nuestra misión era disfrutar del viaje.

Barra San José (18)

Barra San José (21)

Barra San José (22)

Cuando por fin el cielo de fuego y su reflejo en el agua se despedía, las nubes del norte abrieron sus entrañas y pagaron tributo mostrando una bella moneda de oro en cuyo interior apenas se distinguía aquel conejo legendario. Y una vez cubiertos por la noche, con apenas la luz de aquel hermoso astro, continuamos el camino hacia el punto más alejado en el agua para colocar las redes por si después lográbamos hacernos con un poco más de pesca. Ahora nos tocaba esperar algunas horas, así que nos detuvimos a admirar el cielo nublado y apenas estrellado de esa noche; nuestras siluetas se perdían entre las formas de los islotes que apenas eran distinguibles por la escaza luz. Estábamos en medio del silencio, y me nació la curiosidad de gritar a todo pulmón para ver qué tan lejos podría imaginar que llegaría el grito; pero no lo hice. El deseo de gritar sucumbió ante la sensación de recostarme y quedar boquiabierto admirando el lienzo de allá arriba, mientras el agua apenas nos movía y aparentaba quedarse quieta para dar la impresión de estar en tierra firme, pero una tierra que era como un espejo oscuro reflejando a las anteriores siluetas vistas. Y aunque sé que no es lo mismo, pensé que tendría cierto parecido el poder admirar de noche la bahía de Ha Long, con esos dragones celestiales yaciendo en paz a nuestro alrededor, observando los valles y grieta que formaron golpeteando con sus colas. Así parecía, pero en una dimensión más pequeña, más a escala, más íntima.

Barra San José (23)

Barra San José (28)

Barra San José (26)

Luego de las horas de espera, recolectamos la pesca; y luego de recolectar la pesca, nos dirigimos a donde se une el manglar con el mar, a donde se le conoce como Boca Barra, para intentar pescar ahí. Pero la mar estaba alborotada en ese punto, y nos fue difícil cruzar, así que volvimos a detenernos pero ahora ya en la arena; y viendo que había que esperar a que las olas se tranquilizaran, nos recostamos en la arena al tiempo en que veíamos la luna, hasta quedarnos dormidos cobijados por el frio de la madrugada. 

Barra San José (29)

Barra San José (31)

Barra San José (32)

El tiempo se nos pasó, tanto que cuando despertamos supimos que el momento para pescar ya había sido, por lo que mejor decidimos regresar a nuestro punto de partida para así finalizar el viaje; y mientras lo hacíamos, nos percatamos que la luna estaba ya en el lado opuesto a donde la vimos por primera vez; aún no se había ocultado, quizá esperaba por nosotros para alumbrarnos de regreso y así acompañarnos hasta el último momento de este gran viaje...

Barra San José (34)

Con gusto, te comparto la galería...
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