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martes, octubre 23, 2012

:: Las 3 cascadas de Santa María ::


Toquián - Santa María (55)

El paisaje que se veía mientras la lluvia caía era verde poesía, de esas que son escritas sobre hojas de clorofila, se leen con la nariz y se recuerdan a ojos cerrados, pese a que en ese mismo instante lo estés viviendo; porque entonces te has anticipado a tomar lo más que se pueda de ello para perdurarlo hasta que te des cuenta que el día ha pasado. Bebíamos de vez en cuando un poco de la única botella que quedaba de agua mineral, cuyo sabor parecía irse desvaneciendo, o quizás sea que nos íbamos acostumbrando a él. O ambas cosas.

Toquián - Santa María (53)

Para el regreso, nos detuvimos a contemplar una cascada, ya a una altura menor a la de Toquián, desde un punto intermedio entre éste y Santa María la vega; de lejos era enorme, de cerca no imagino la mastodóntica caída que pueda tener, pero es seguro que impresionante, porque no era necesario (por ahora) tenerla arriba para poder apreciarla, sí, leíste bien, arriba; no creo que haya otra posición que ella pueda tomar respecto a sus espectadores para imponerse como la segunda gran cascada de esta zona.

Toquián - Santa María (58)

¡Aguarda un segundo robles! ¿Segunda? ¿Pues cuántas más hay?... Hasta donde sabemos, hay tres. De las cuales la segunda en tamaño era precisamente la que veíamos en ese momento, mientras que la primera -la más grande y de la cual no tomé fotografía por su lejanía- había sido divisada horas antes en nuestro andar en busca el agua. Aún lo recuerdo, Elmer, llegado a un punto del sendero se detuvo, y nos preguntó: —A ver… ¿Quién me puede decir dónde está una cascada?— El sonido del río abajo nos despistó y por un momento carecimos de noción hasta que a lo lejos pudimos ver un delgado hilo blanco que apenas era notorio en la espesura verde. No se veía, de buenas a primeras, tan especial; pero una vez recapacitado el asunto, se convertía quizá en la cascada más grande que hayamos visto por estos lugares cercanos.

Toquián - Santa María (60)

Toquián - Santa María (64)

¿Qué hay de la tercera (en tamaño, obviamente)? Resulta que ésta es un poco más accesible, más próxima; tan sólo hay que detenerse a orilla del camino pavimentado y entrar bosque adentro para encontrarla. Es la más pequeña de las tres, o mejor dicho, la pequeña; pero no por eso no es bella en su totalidad.

Toquián - Santa María (65)

Toquián - Santa María (66)

Al retomar el regreso y pasar por Santa María la vega, una señora nos acompañó bajo la lluvia en la góndola de la camioneta; y gracias a ella pude saber que, en efecto, son tres cascadas; pero lo interesante radica en esto: Una vez llegados a la cascada más pequeña de las tres, se puede seguir el sendero hacia adentro hasta toparse con una división en el camino. Si tomas el sendero de la izquierda, ésta te llevará a un manantial de agua mineral luego de caminar cerca de una hora (¿No les había mencionado que al parecer hay varios?); pero si tomas el camino de la derecha, luego de quizás una hora y media (o dos, eso sí quién sabe) de camino, encontrarás la segunda cascada más grande, la que fotografiamos hace una hora antes. Respecto a ésta cascada, dice que es un lugar excelente para bañarse pese a que el agua es más fría, ya que hay pozas y el paisaje es exuberante.

Toquián - Santa María (74)

Toquián - Santa María (75)

¿Y qué hay de llegar a la cascada más grande de las tres, la del primerísimo lugar? Bueno, para ello tendríamos que recurrir a alguien de Toquián o Santa María y pedir que nos guiase, porque para llegar es más largo y sinuoso el camino, tanto que es difícil llegar sin un guía, pero merece la pena la caminata ya que esta cascada no tiene comparación: Tan sólo hay que hacer hincapié en el hecho de afirmarse que uno no puede acercarse ni a quince metros del choque de la cascada con las piedras del río porque la brisa es tal que no te permite avanzar… Es como si de repente estuviera teniendo ganas de ir y comprobar si realmente es verdad… ¿No sería fabuloso poder verlo en persona?

Toquián - Santa María (72)

domingo, octubre 14, 2012

:: El agua mineral de Toquián ::


Toquián - Santa María (01)

07 de octubre de 2012. En serio, no es que se menosprecie la refrescante brisa de una cascada, o la caída del agua sobre la pared de una roca; pero la idea de hallar un manantial de agua mineralizada era algo que apenas habíamos escuchado hace cuatro meses y que, por lo menos a mí, me tenía con cierta curiosidad e incertidumbre. Don Samuel Barrios, oriundo de Eureka, fue quien nos había comentado del manantial.

Toquián - Santa María (02)

Fue así que una semana antes del mochiviaje me dirigí  a Cacahoatán a preguntar sobre cómo llegar este lugar: Toquián Guarumo, ó Toquián las nubes, como después le vendríamos conociendo. Al final, resultaba difícil llegar por medio de transporte público ya que no era frecuente que saliera una unidad hacia allá. Pensé que habría qué descartarse por ahora.

Toquián - Santa María (03)

Al final, José apoyo con la camioneta, lo que vino a ser gran soporte para el viaje; la mañana en que nos encontramos y queríamos salir a buscar Toquián supuso no estar apartada de algunas dudas como: ¿Por dónde ir? ¿Ahora a dónde? Escuchamos entre ocho o diez observaciones al respecto, la mayoría con una versión única de cómo llegar: Mandándonos hasta Pavencul, otros a Unión Juárez, y así hasta poder ir armando una versión convincente de cómo llegar a Toquián, y ya estando ahí optar por preguntar a los locales. De modo que corroboré algo que me habían comentado una semana antes: Señores, no es sólo un manantial; existen más manantiales de agua mineral en la zona, ¿Cuántos? Sepa Dios, y todo ellos  repartidos juguetonamente por la madre naturaleza de manera que no nos fuera tan fácil encontrarlos.

Toquián - Santa María (05)

Allá nosotros, que sin conocer en realidad, supimos armar una ruta donde “no hay pierde” gracias a las últimas indicaciones que se nos dieron: Desde Cacahoatán se toma la carretera federal como si fuésemos a Unión Juárez. A los 15 minutos de camino, después de pasar el desvío a Faja de oro y después de las carnes asadas de Mixcum, hay un desvío hacia la izquierda cuyo letrero verde oficial indica: “Santa María la vega”. Apenas tomando ese desvío unos señores nos dijeron que, efectivamente, ese era el camino para llegar hasta Toquián después de pasar obviamente, por Santa María la vega.

Toquián - Santa María (06)

Si bien el camino es alterno a lo que conocíamos, siempre lleva hacia arriba, cada vez más sobre los metros a nivel del mar, siempre en constante subida; zonas de terracería, otras más de pavimento, algunas sólo de pedregal o sólo con dos hileras cementadas (una para cada llanta) intercalándose según el terreno, al parecer algo tendrá que ver si es zona de deslaves o no. Y por el lado derecho, poco a poco, creciendo según la altura, los precipicios llenos de altos y verdes árboles bajo el hundimiento que se ha originado a las faldas de los cerros. Partes sí, partes no tanto, como si se diera vueltas al camino, y donde lo único que comprueba que vamos bien es encontrarnos con puentes que se enciman en el aire sobre el río abajo, así bien frío, escandaloso y rufián, que no da oportunidad a ser opacado por otro sonido. En origen, todos son del mismo río, pero con diferente brazo; vaya que todos han sido hechos de barro pero no con el mismo molde.

Toquián - Santa María (08)

Toquián - Santa María (09)

De entre lo verde figuran las formas, del valle y de la fauna en conquista a la flora, tal cual una abeja me lo demostró. Hay conjunción aún virgen de los elementos naturales. Ya veo entonces por qué es difícil llegar hasta aquí si no es en transporte particular: El factor de poca comunicación pareciera ser una limitante, un altibajo; sin embargo, es lo que da pauta a que el lugar esté limpio, tranquilo, apartado de la mancha urbana, y para gratitud nuestra, aún procurando la buena voluntad hacia el desconocido viajero que llega fascinado del paisaje.

Toquián - Santa María (11)

Cuando llegamos a Toquián, el paisaje se me hizo raro, el Tacaná tenía una parte bastante clara en su relieve, parecían valles suizos, y en algunos puntos tenían apariencia de terrazas de campo de arroz, de esas como las que pueden verse por Vietnam. Sí, admito que puede sonar exagerado, pero así fue en ese momento, era como estar en un lugar lejano, porque jamás había visto al Tacaná así. Ahora entiendo por qué se le ha nombrado a este municipio como: “La Suiza Chiapaneca”. 

Toquián - Santa María (14)

¿Y de ahí pa’ dónde? Bueno, ya estando ahí parecía más fácil poder llegar al destino; repito, parecía. Pero iré contando tal como sucedieron las cosas para que no sea en vano el haber fotografiado cada punto interesante que encontramos. Un señor nos dio indicaciones de cómo llegar, así que al pie de la letra llevamos sus indicaciones a cabo lo mejor posible.

Toquián - Santa María (12)

Detrás del letrero donde dice “Ejido Toquián y las nubes”  hay un camino, una vereda, que les conducirá durante toda la caminata. Cuando se toma este camino podrán bajar y toparse con un riachuelo que divide el paso dejando del otro lado una inclinación hacia arriba en donde se puede encontrar el primer indicio de todo un sistema hidrológico presente: Se trata de un yacimiento geológico del que al parecer brota, o se filtra poco a poco, el agua que ha de venir quién sabe de donde; pero lo más lógico sería pensar que del interior de la montaña. Este yacimiento, por los minerales que tiene, posee una estructura bastante diferente a todo el demás terreno, siendo de una tonalidad gris/verde con textura como de merengue petrificado del que puede verse que salen pequeños brotes de agua lentamente y que forman diminutos ríos que cruzan la planicie y terminan filtrándose por el terreno hacia abajo.

Toquián - Santa María (15)

¿Será esto? No creo, no es como lo que me lo han platicado. Pero si hay muchos manantiales, podrían ser diferentes entre sí. Tal vez este no sea el manantial precisamente, si no otra cosa; el señor dijo que estaba hacia abajo, por allá... Mejor sigamos”.

Toquián - Santa María (16)

Toquián - Santa María (29)

Siguiendo por el camino del riachuelo, se llega a un punto en el que a un costado del camino escuchas el trinar del goteo proveniente de un enorme peñasco que probablemente estaba inerme e ignorado, y al ser partido casi a la mitad por equis motivo descubrieron que de él emanaba agua a tal grado de formar un pequeño cuerpo acuático en el suelo que, sea que se filtrara o no el agua, era suficiente para tener una profundidad y una transparencia que lograban que uno fuera a curiosear bastante. El caso es que si lo anterior fuera cierto, le habrán dejado en paz, y entonces las gotas pudieron seguir cayendo frías y cristalinas a este pequeño manantial; sin embargo, una vez probada el agua (porque tal era la forma de averiguar si tenía el sabor de “Peñafiel pero sin gas” que se nos había dicho) nos dimos cuenta que no era precisamente lo que buscábamos ¡Pero, hombre! Que se agradece en alto grado una maravilla así sobre todo cuando te has dado cuenta que junto a este manantial han crecido preciosos arbustos de moras de castilla ¡Sí, moras de castilla!

Toquián - Santa María (27)

Toquián - Santa María (21)

Toquián - Santa María (30)

Pero sigue, hacia donde veas un árbol solo casi en medio del camino, porque vas en el camino correcto. Esto te guiará a una zona en donde bajas el camino apenas zigzagueante para encontrarte en medio del paso con un río de un grosor más notable que el anterior. He aquí el punto interesante del recorrido, porque personalmente caminé hacia adentro del paso del río, a donde se escucha que cae la cascada y de donde se percibe que cae uno y más hilos de agua desde las entrañas de la roca; vi los hilos de agua cayendo, los toqué, vi la cascada detrás de un reciente árbol caído, me animé a probar el agua del río; pero jamás se me ocurrió probar el agua de estos hilos que caían desde lo alto. Digamos que fue quizás la omisión más grande que cometí en este viaje, porque era probable que el sabor de estos hilos de agua fuera diferente…

Toquián - Santa María (31)

Toquián - Santa María (32)

Toquián - Santa María (35)

Toquián - Santa María (36)

No obstante, con sólo el sabor del río corriente seguíamos en incógnita, habíamos encontrado ya varias fuentes de agua y ninguna difería su sabor respecto a las demás, no quedaba más que avanzar. Y así fue, avanzamos y encontramos más brazos del río, un puente, vegetación exuberante, reinos y comarcas pequeñas en donde las casas eran pequeños hongos; vistas hermosas del paisaje lejano donde se podía apreciar parte de los pueblos cercanos o en algunos casos, una cascada tan lejana que sólo se alcanzaba a ver un pequeño hilo de agua, pero tan grande que se escuchaba claramente; y observábamos a cada paso más vértebras verdes del relieve de la montaña, más lomas y valles en las faldas del Tacaná; incluso más grietas en las enormes rocas volcánicas del camino de las cuales seguía cayendo agua, siempre agua, una y otra vez; hasta llegar a un punto en el que nos encontramos con el camino que va directo a la ruta hacia la cima del Tacaná, aquí fue en donde decidimos detener el avance, porque tomar ese camino era ya meterse en un asunto mayor, era cosa seria, para la cual no íbamos preparados. Así que desayunamos y bajo la lluvia que inició minutos después regresamos por el mismo camino.

Toquián - Santa María (39)

Toquián - Santa María (40)

Toquián - Santa María (43)

Un poco pensativos durante el camino, nos preguntábamos en qué momento habíamos pasado de largo el manantial ¿Habríamos tomado otro camino? ¿Pudimos haberle tenido frente a nuestras narices y no verlo? Eso era posible, ya que ninguno de nosotros sabía cómo era. Afortunadamente, un señor que nos alcanzó en el camino, bajo la lluvia, nos platicó un poco más sobre el manantial; y no sólo eso, si no que al afirmar que “en un ratito” lo encontraríamos y que estaba de paso, muy amablemente se ofreció a ayudarnos.

Toquián - Santa María (44)

Toquián - Santa María (45)

Resulta, señores, que la omisión que hice resultó bastante cara; porque precisamente ahí, en la cascada con el árbol caído, en donde los hilos de agua caían desde la pared al agua, ahí, en ese punto, se encuentra el manantial. Para ser más exactos, es en una pequeña abertura de la roca que se encuentra en una entrada al costado del camino zigzagueante. Es casi imperceptible para el viajero primerizo, porque no se identifica de buenas a primeras (si lo sabré yo que estuve parado en el punto clave varios minutos esperando por los demás y ni siquiera me percaté de ello); estando en el camino, hay que bajar y andar en medio de una vereda tan estrecha, escondida y tan llena de hierbas que no se puede ver en dónde termina, pero es un hecho que tiene un final, porque el borde es ni más ni menos que parte de la pared del río que está abajo como a unos siete metros, en donde se encuentra la cascada que tenía el árbol caído.

Toquián - Santa María (47)
Exactamente en el centro de esta foto, se encuentra la entrada para el manantial.

Ahí, a unos pocos metros de distancia desde la entrada de la vereda, se encuentra lo que se le conoce como manantial, que en realidad es un nacimiento de agua que surge en un orificio de la piedra; es, vaya, un chorrito de agua. No vi cómo es, por lo menos por hora, porque quien entró y nos explicó mientras llenaba las botellas de agua era el señor que amablemente nos encontramos en el camino. Creo que alguien tomó fotos del chorrito, si es así no duden que las enlazaré. 

Toquián - Santa María (33)

Cuando se llenó la primer botella y el señor nos la entregó, no sé quién le habrá dado el primer sorbo, el caso es que cada uno de los demás estábamos ansiosos por probar el agua luego que veíamos la expresión del que la acababa de probar, porque nos veían con una cara de sorpresa y maravilla que sabíamos que el sabor del agua debía ser marcadamente diferente para provocar una reacción de ese calibre. Y sí, era diferente, algo totalmente nuevo, sorprendente; estábamos bebiendo agua mineralizada recién salida de la roca, intacta desde su formación, pasando quién sabe por cuántos filtros minerales hasta llegar a caer sobre el río. Nosotros no la habíamos dejado mezclarse con el río y la atrapamos para de inmediato probarla; en efecto, sabe como a agua de Peñafiel pero sin gas, es deliciosa, es natural, es algo totalmente increíble.

Toquián - Santa María (50)

Todos la bebimos, y entonces el regreso fue más ameno todavía, porque murmurando con José afirmamos sonrientemente: “Bueno, el objetivo se ha cumplido…” y entonces, mientras llegábamos al pueblo de Toquián, aprovechábamos para beber del agua que aún quedaba en las botellas...

Tranquilos, que el final de este mochiviaje lo he puesto a cocer a fuego lento... :)

Con gusto, les comparto la galería:

















¡También puedes ver las fotos de José!:
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