Domingo, Abril 13, 2014. Aunque el destino final era llegar a Chazumba, hicimos una pequeña escala en Tehuantepec, territorio ya Oaxaqueño; principalmente para conocer al nuevo integrante de la familia y celebrar brevemente el cumpleaños de mi prima Idalia.
Lo poco que pude apreciar de Tehuantepec, (dentro de ello ese calorcito denso particular de Semana Santa) me resulta interesante porque este lugar tiene tintes diversos que logran captar mucho la sensación del viajero, y aunque no tuve contacto con tales aspectos, casi todo mundo sabe de qué va esto: Tal es el caso de la gastronomía, la música, el carácter de su gente, sus hermosos estilos de trajes istmeños, y sus tradiciones.
Apenas pude ver
de lejos y escuchar por parte del taxista (y luego confirmado por mi prima) un
aspecto relacionado a una cueva que se encuentra en el corazón de un cerro que
emerge en una parte del municipio y cuya entrada puede verse desde la carretera.
Al parecer, esta cueva, que ya tiene su nombre e identificación local (pero que
no recuerdo lamentablemente), es el lugar en donde cada año, en esta época de
Semana Santa, se realizan las procesiones y en especial una tradición que aún
no conozco mucho, sin embargo, en esta fuente puede leerse:
“La mayor atracción será en el Centro de la ciudad
con las procesiones del Centurión de las iglesias del barrio Laborío y San
Sebastián que desde antaño realizan la tradicional ceremonia ritual basada en
el encarcelamiento de la imagen de Nuestro Padre Jesús y su custodia a cargo de
un hombre encapuchado.
Para el Viernes Santo se prevé que a la procesión
del barrio Lieza acudan más de 2 mil personas a presenciar la
representación de la Pasión y Muerte de
Jesucristo así como la subida de la Cruz Pasión Cueva en el cerro del mismo
barrio.”
Así que supongo que el nombre que se le da al cerro y probablemente a la cueva, es “Lieza”.
Espero tener la oportunidad de presenciar esto y conocer más acerca de esta
tradición local para confirmar esta suposición.
Pude también
desde cierta distancia, apreciar la iglesia de Santa María, ubicada en el
barrio del mismo nombre, que es el barrio donde vive mi prima; de hecho, tiene
prácticamente a la iglesia en la esquina de su calle. Parece que esta iglesia
se convierte en la anfitriona de una fiesta en los primeros días del mes de
febrero, lo que me recuerda inevitablemente que en Tuxtla Chico por esas fechas
tiene la celebración de la candelaria, y aunque ambos lugares andan de fiesta,
la manera de celebrar sí marca notablemente la diferencia:
“Se comienza
la fiesta el 01
de Febrero, con la tradicional Fiesta de
Pito y Caja a partir de las 8 de la
noche que consiste en tocar un pito
(flauta de carrizo) y caja (tambor de madera y cuero de venado), dando un recorrido por todo el suburbio
y barrios vecinos para con esto anunciar que en días próximos estarán de fiesta. El
día 02 de febrero se organizan
todos en casa del mayordomo, llevando
ramos de flores, y una vez ya
concentrados una gran agrupación acuden a ritmo
de la música tradicional del lugar para ir al templo de Santa María y
pagar la misa.” Leído
Aquí.
Al seguir la marcha en el viaje y dejar por ahora Tehuantepec, pude recorrer brevemente algunos de sus callejones que nos recuerdan que en efecto, los barrios son la manera en cómo aquí está distribuida la mancha urbana todavía.
“El organismo de la unidad socio-política de los
antiguos pueblos de México era el barrio. El barrio, que los aztecas llamaban
calpulli, estaba integrado por miembros de una misma familia, o bien, por
oficios, como el barrio de los artesanos y el de los comerciantes. Al llegar a
México los conquistadores españoles, observaron que este tipo de asociación les
iba a ser útil para su plan colonizador y muy lejos de hacer desparecer a la
confederación de barrios, la protegieron, la reorganización y le adaptaron los
lineamientos de los pueblos occidentales para su fácil manipulación.” Leído Aquí.