En fin, me dormí alrededor de las 5:00 a.m. y apenas estaba acabando de cerrar los ojos cuando escuché: “Eduardo, levántate, ya es hora…”. Ya eran las 9:15 a.m. y salíamos a las 10:00 a.m. para Unión Juárez, haciendo algunas escalas para disfrutar del paisaje, de algunos buenos rambutanes, de beber un mal café cerca de la montaña, apreciar la artesanía del lugar sin comprar algo, tomar fotografías y comer en La “Casa Grande” de Santo Domingo.
Desperté con la frase natural y respectiva de “5 minutitos más…”, me bañé en friega y nos dispusimos todos a abordar el “Corsi”, no sin antes persinarnos ya que era la primera vez que salíamos a un lugar con esta altura a nivel del mar y principalmente con esa fama de las carreteras inclinadas y una que otra curva peligrosa. Afortunadamente, adelanto, no hubo problemas, más que una o dos ocasiones en que “Yoyo” y yo (y una vez mi má) tuvimos que ayudar empujando al auto para que pudiera dar una reversa mas o menos decente antes de poder salir del lugar en el cual había sido estacionado. En fin, la primera escala se hizo en Cacahoatán (sí, ese es su nombre; todavía no sé si es por “cacao” ó “cacahuate”, pero espero no sea por otra cosa en la cual estás pensando) todo para poder disfrutar de una deliciosa fruta en cuya temporada nos encontramos: el rambután (Nephelium lappaceum).
Sería inútil querer abordar el tema de su descripción frutal y pretender decir todo sobre ella, sin embargo he puesto algunas fotos de esta aventura para que conozcan sobre algunas apariencias de tan delicioso manjar (hay rojo y amarillo, verde también, pero es cuando está verde todavía…:P).
Y no es para menos, esta fruta pertenece a una de las atracciones (en cuanto a flora se refiere) más admiradas dentro de esta región. No sé si se llegue a dar en otros lugares del país: Lo más lógico es que sí, tengo entendido que es de clima fresco y que necesita un procedimiento especial de "hibridación", que aquí se le conoce comúnmente como "injerto" para que esta planta pueda dar frutos.
Bueno, esto ya es algo fuera de la línea en que originalmente me puse al principio, creo que dejaremos estas definiciones para después, ya que aquí no termina el viaje del fin de semana. Les comento que al entrar a este lugar (Cacahoatán) pueden observarse árboles enormes cargadísimos con este fruto, hay de color amarillo (según es el más difícil de lograr) y de color rojo; hay mucha discusión sobre el sabor de estos dos ejemplares, a mí me da igual, no siempre la comparación será válida. Y lo que yo hago con estas frutas es comerlas.
Me gusta esta fruta tanto en su sabor, como en su figura y color, es asombroso apreciarle en su árbol y tener el placer de cortarla con la mano y poder en ese instante llevarle a al boca.
Como era de esperar, al llevar niños, era obligatorio comprarles unos cuantos pocos kilos para que se fueran entreteniendo en el transcurso del viaje; pero bueno, a eso íbamos y era ya justo y necesario que disfrutaran de un paseo que, como familia, hacía ya algo de tiempo que no teníamos. Estos son Osiris y Alejandro (6 y 9 años, respectivamente) comprando y consumiendo la fruta de la región; La joven que los atiende no sé cómo se llama, pero he de decir que fue muy amable con los niños. Todos disfrutamos de la deliciosa fruta en este lugar, los árboles son grandes y están cargados con este fruto que, hasta hace algunos años, era poco visto y conseguido. Ahora, es parte de la tradición del Soconusco contar con estos árboles en casa.
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