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viernes, octubre 10, 2008

:: ¿Cultura vial? ::



Salí a comprar un poco de esa malla “mosquitero” y a traer unas fotografías que me pidieron para unos trámites escolares pre-titulación. Fui en el auto, me estacioné lo más apropiado que pude (me tardé en encontrar lugar aún siendo ya las 5:30 de la tarde, una hora bastante librada de tráfico en la zona central de la ciudad), tratando -como siempre- de no interrumpir en algún aspecto la vialidad pública; entonces, con calma, me fui caminando a hacer los mandados…

Sorpresivamente me topé con una imagen bastante común -lamentable, sin ser sensacionalista o escandaloso- aquí en Tapachula: Un vehículo de transporte público estacionado en una zona en donde supuestamente no debería estar permitido (o bien, según creo, no lo está) hacerlo.

Aquí (como en otros lugares, según he visto en los noticieros) la reputación en general de los transportistas está por los suelos; y no es para menos, pues tenemos -en los extremos de la ejemplificación- a dos perfiles:

1.- Por un lado, están aquellos hombres mayores de 60 años, cuya experiencia en el volante en la mayoría de las veces nos brinda una seguridad mayor comparada con la que nos puede ofrecer otro tipo de conductor. Aunque nadie se escapa de ser imprudente y grosero; está bien, no siempre las circunstancias serán las mismas y por ello tampoco quiero decir que alguien que no sea un “viejo lobo de mar” es, a permiso de usar la palabra, un pendejo en el volante.

2.- Por otro, los más jóvenes, cuya fascinación por pitar (tocar el claxon) a las muchachas pareciera que es un común denominador en ellos. Suelen manejar velozmente, se pasan los semáforos en rojo y no gritan al de adelante siempre y cuando sea también un conductor transportista como ellos.

De estas categorías generales, tenemos que ramificar a “taxistas” y “combistas” (a los de autobuses no los incluyo porque no los he observado mucho).

a) Con los “taxistas” no tengo mucho material para decir, sólo que me ha tocado ver a cada imprudente desmadrar el reglamento de tránsito y sentirse los dueños del asfalto. Una vez vi cómo un “taxista”, sin haber visto hacia un lado de la calle, dio la vuelta y casi atropelló a una muchacha que iba cruzando, pero sí la golpeó fuerte; Él volteó a todos lados, me vió y se echó a reír en un tono de “¡Ay!”. Afortunadamente también me ha tocado viajar con personas muy respetuosas y que parecen tener conciencia de la seguridad del viajero, del vehículo, de los peatones y de los demás automovilistas.

b) Los “combistas”… Ah! Otra historia… tan bonito sería explayarme insultándolos y mentándoselas, pero no es el caso por ahora. También hay educados, tranquilos y hasta respetuosos; son pocos, pero los he visto. Ahora vamos con los del otro tipo…

Los “combistas” del lado oscuro (en esta categoría entran los conductores de las VAN hacia los lugares aledaños de Tapachula) son la mierda de la vialidad que he conocido; algunos puntos que recuerdo de ellos, que podrían describir su perfil, son éstos:

1.- La mayoría de ellos no tienen ni los 20 años, tienen apariencia de chalanes o “medias cucharas” y mascan chicle como si quisieran mostrarnos la masa de sus dientes.

2.- Se hacen acompañar por una joven que es la versión del “combista”, pero en femenino.

3.- Lenguaje grosero y vulgar. Gritan hacia las afueras del vehículo frases como:

“¡Ese verga no mames…!”

“¡ Hijo de tu puta madre…!”

“Wey wey wey, ese verga…!”

Puedo continuar, pero me es suficiente.

4.- Echan carreras entre ellos “para levantar pasaje”, señoras embarazadas o con bebés en brazos son zangoloteadas apenas suben a la “combi” porque el conductor no se espera a que se tomen los asientos, si es que alguno queda vacío porque tampoco les importa mucho.

5.- La música que ponen mientras conducen, clásicamente es Reggaetón a un volumen bastante alto, que no deja escuchar nuestros gritos cuando decimos “¡Esquina!”. No tengo nada contra esa música; es más, una que otra puedo llegar a soportarla, pero tampoco considero justo que los pasajeros tengamos que escuchar su mierda estridente.

6.- A veces, por ir en competencia, te dejan una cuadra después de donde pediste el alto.

7.- Algo que me caga de ellos, es que cuando apenas ha cambiado a color verde la luz del semáforo te pitan una y otra vez como diciéndote “apúrate, apúrate wey” y si van detrás de ti y te detienes con la luz amarilla empiezan a gritar “que te pases”, como si la amarilla indicara eso.

8.- Por ir jugando, ha provocado choques y mucha gente ha resultado herida o muerta, pero con todo eso, vuelven al volante al cabo de unos meses ¿Y la autoridad? -Bien gracias-, estrenando patrullas...

9.- Andan manejando vehículos en condiciones pésimas; son viles “carcachas” que a veces provocan la impresión de irse desbaratando apenas encienden sus motores.

10-. (Para terminar esta parte por ahora) Lo naco se les nota por doquier: el hablado, la música, los adornitos del interior de las “combis” o los letreros en la parte de atrás; en fin, así es la mayoría de este espécimen.

Todo lo anterior lo analicé esperando un rato ahí frente a la “combi”, pensando “Tal vez fue a hacer un mandado y regresa en unos 5 minutos” pero una señora a quien pregunté me dijo que ya tenía más de una hora ahí estacionado.

Ah… bueno” -pensé-. Y seguí mi camino para hacer los mandados…

Y después, vi una imagen parecida, sólo que ahora no era un transportista, si no era un “civil”:

“¡No maaaaaaames!” -pensé-. Estacionado en zona prohibida, y luego sobre el paso peatonal… ¡Vaya! Éste me salió más chingón… Pero me dije: “Aguanta, aguanta, tiene las intermitentes encendidas, talvez apenas llegó…

Y voy de chismoso de nuevo con otra señora (me caen bien las señoras) y le pregunté lo mismo, y me respondió: “No, ya tiene mucho rato ahí; salió un matrimonio y entraron los dos en la escuela, hace como media hora o un poquito más creo…

Bueno, no cabe duda que estamos jodidos en varios aspectos culturales, y muy pocos hacen algo y casi nadie se da cuenta; A todos nos ha de tocar tener nuestro momento de irrespetuosidad a las leyes viales y de tránsito, ya es algo intrínseco en nuestra educación y parece que no se va a quitar durante toda nuestra vida. Nos quejamos de los transportistas (así como yo hace un momento) y estamos ciegos de las faltas que cometemos, pero como pensamos que “no le hará daño a nadie si nomás es tantito” entonces no hay problema si lo hacemos; es más, ya hacerlo es básicamente un signo cultural que nos identifica.

¡Ay que mamón!” -podrás pensar de mí- (y sí, lo reconozco), pero, grandes logros se han llevado a cabo a partir de pequeñas acciones y diminutos valores que crecen con el ejemplo; y si no somos capaces de llevar a cabo éstos últimos, entonces sí nos va a cargar el payaso… no social, económica, moral o espiritualmente (eso no importa a muchos) si no culturalmente…. (¡A chingá chingá! Ahora que me acuerdo ¿Tampoco eso importa mucho verdad? )…

Como sea, cualquier persona que tenga bien puestos sus principios y valores, por insignificantes o tontos que parezcan, está por encima de los mezquinos…

2 comentarios:

MarGee_KuroNeko dijo...

Mal dia, eh?...

Si, entiendo, ya alguna vez te dije porque yo no manejo... de que me sirve hacerlo a la perfeccion, si hay tantos animales al volante??? =/

Como sea, lo que mencionas sobre los valores, es 100% cierto.

APAPACHOS CHICUELO!!!

@eduardorobles dijo...

SrItA. mUeGaNiTa =D:

Pues sí, ese s el cáncer vial contra el que tenemos que enfrentarnos en nuestro día a día...

Gracias por tu comentario XD!

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